En la antiguedad los cometas eran signo de mala suerte, en la actualidad ciertas personas aeroliticas lo son.Despuès de todo, cometa significa "astro con cabellera". Interesante es hacer notar que el personaje de esta historia posee una melena respetable.

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Sin él era una casa vacía. Emma transhabitada, prolongada en él, hombre de estratosfèricas latitudes, esqueleto-costal de huesos, acaso fantasma, danza macabra, panteón visto de lejos.

Era un muchacho lúgubre, de características peculiares. La mañana en que lo conoció tenía la impresión de que ocurriría algún desastre. Sólo al mirarlo sintió dos meteoritos caer en picada incrustándosele en el sentido común. Luego al escucharlo hablar, no cupo duda, Era un neumático atrapado en fango,. De súbito y para consuelo de sus profesores, comprendió finalmente la segunda ley de la termodinámica. Aquel día el sol achicharraba.

El la inquietaba intensamente, Con su pubescencia marginal de maneras arácnidas y constitución de pararrayos, ojeras luctuosas.

Térmica Emma, Mamífero del amor. Animal de sangre caliente, moléculas que borbotean en el puchero universal, repasando la dialéctica de los cuerpos, muslos y bocas que se proyectan en pausas gordas y aletargadas.

“Déjate besar, acariciar, contemplar. Te amo, No por vocación irreductible, sí de ideología, de juerguista que soy, apostadora a querer sin simulacros, Excéntrica viciosa.”

Así era ella y su enraizamiento animal. “Entrelazar sus manos con las mías, acariciarnos con las lenguas, como ramas que se tocan...rumor de hoja. ¡Ya sé! Soy madreselva, hiedra que desearía enredarse a él.”

Nadie pensaba que fuese serio, en todo caso su amor sería funesto, mala sombra cobijaba a aquel muchacho, cauda de fatalidades y desastres. El ojo del destino estaba tuerto y desde ahí se precipitaba ella, en caída libre y peligrosa.

Decididamente el desorden se antepone, Sólo Emma es capaz de recordar los pasos transidos que emprendió en pos de su infortunio y cómo aquel día, mientras se besaban cumpliendo algún designio sideral, al compás que sus labios palpitaban, una parvada de malos augurios aleteándoles el pecho.