Valparaíso.-
Es cierto, antes estuve aquí pero con el tiempo en mi memoria se borraron los recuerdos de tan fascinante cuidad.
Hoy me encuentro en el Balcón del cuarto piso del edificio Costa Paraíso, ubicado en el Cerro los Placeres, la vista desde acá es bastante amena, se pueden ver casas amarillas, verde agua, azul rey, celestes entre otras, al fondo logro ver parte de Reñaca y Viña del Mar.
Las callecitas pintorescas de Cerro Alegre me atrajeron con sus ruidos de guitarras acústicas y sabor a cerveza callejeada, debo reconocer que el mirador artillería y Gervasonni son mucho más bellos a las dos de la madrugada, en el puerto la gente está trabajando a toda máquina, mientras la juventud se hunde entre la pachanga y el alcohol. Yo ese jueves 14 de febrero quise caminar acompañada por dos amigos, quise subir las míticas escalerillas de Cerro Alegre, quise Beber Cerveza en la calle justo en frente de una antigua Iglesia, quise respirar la belleza del puerto.

Domingo 17 de febrero, son las 11:00 PM, y se me pasó el día volando, en la tarde me aventuré a solas por las calles de Valpo, ya cerca del Cinzano me encontré con Pipe y con el tomé una micro que nos llevó hasta la casa de sus abuelos ubicada en el cerro Cárcel, la vista es increíble, de hecho hasta ahora no he encontrado un mirador o una simple esquina que no merezca ser contemplada.
Después de conocer a varios integrantes de la familia de Pipe, entre ellos su madre y abuela, nos fuimos a caminar entre las escaleras, llegamos así al cerro Yungay, a la tan conocida Sebastiana, una de las casas de Pablo Neruda, para nuestra decepción estaba cerrada, bajamos así por la calle de este gran poeta, en cada casa hay mosaicos con poemas en las paredes, hasta que llegamos al museo “A cielo abierto” han de ser un par de cuadras, pinturas en las casas, un lote de casas montadas una sobre otra todas llamativamente pintadas.
Abajo en el centro la gente pasea, la plaza la Victoria está llena de niños y artistas, la avenida P. Montt ha llamado a la gente disfrutar el día domingo, los restoranes aun abiertos están llenos de familias, y se ven porteños caminando sin darse cuenta de Valparaíso mismo.