18. LA CULPABILIDAD DE MARÍA
María estaba con Miranda en la habitación, se estaba despertando justo en esos momentos. María no tenía ganas de recordar el cruel sueño que había tenido, ella no era así, no sabe por qué se comportó de aquella manera, pero al fin y al cabo era un sueño.
-¿Has dormido bien? Se te veía feliz - dijo Miranda
-Sí - mintió María.
Bajaron a desayunar, cuando apareció de pronto la forma corpórea de Dean. Todo el personal que les atendía en el comedor se arrodilló de pronto ante él
-Miranda – dijo él - sé que no es la forma más apropiada, pero tengo que hablar contigo
-No quiero hablar contigo - dijo Miranda
-MIRANDA, QUIERO DECIRTE ALGO MUY SERIO, Y SI HE DECIDIDO DECÍRTELO ASÍ ES PORQUE NO PUEDO PERMITIRME PERDER EL TIEMPO - dijo Dean muy enfadado, su voz retumbaba en todo el palacio
-Miranda, será mejor que hables con él – dijo María riéndose - parece muy cabreado, no te hagas la dura
-No conseguirás nada usando ese tono conmigo Dean. Me da igual lo importante que seas ahora
-¡MIRANDA! – gritó Dean, su voz ahora era tan fuerte que más de uno de los presentes en palacio se orinó de miedo - ¡NO ME HAGAS CABREAR! HAZ CASO A TUS DIOSES, SI NO LO HACES POR MÍ ¡HAZLO ALMENOS POR MIS PADRES!
-Ya mete a los padres de por medio - dijo riendo María
-¡María cállate! ¿Qué quieres decirme? - dijo Miranda con mala cara
-Ven conmigo, tenemos que hablar a solas. – dijo Dean, ya más calmado, y en voz baja añadió - Deja a alguien de confianza junto a María
-Mis sirvientes son de fiar - dijo ya más preocupada Miranda, pues sabía que lo que Dean le tenía que decir no era lo que ella esperaba. Fueron juntos a otra habitación
-Miranda, sé que no querrás escucharme ahora mismo, pero tengo que hablarte seriamente de María - dijo Dean
-Dean, como la estés utilizando para hablar conmigo…
-No es eso, esta noche…
-Dean, María no ha hecho nada, ha pasado toda la noche conmigo. Hazme el favor de irte
-¿Por qué no me quieres escuchar? - dijo Dean
-Porque no me gusta que vengas a mentirme, Dean. No te quiero volver a ver en mi vida, no eres bien recibido en este pueblo, solo causas problemas. Vete, por favor… - dijo Miranda
-¡MIRANDA!
-Te lo he dicho por favor - dijo Miranda marchándose de la habitación
-Bien, pues si no me quieres escuchar a mí escucha a María. ¡Dile que lo de esta noche era real, y que fue Unipuma la que lo organizó todo! – dijo Dean al tiempo que desaparecía. Miranda volvió y le comunicó a María lo que Dean le había dicho. Ahora María sí que estaba confusa, ¿qué le quería decir con eso Dean? ¿Qué parte del sueño era real? ¿Habría matado en realidad a la gente de Bakal? ¿O sin embargo le quería solo recordar que la guerra que revivió era real? No, eso era muy simple. ¿Sería ese chico? No, ¿qué importancia tendría eso? ¿Habrían asesinado cruelmente a los Bakals? ¿Sería eso? Sí eso debía ser.
-Miranda, ¡creo que han asesinado a los Bakals! - dijo María
-¿Quién? ¿Unipuma? - dijo Miranda
-En el sueño lo hacía yo, pero no era más que un sueño…Además, yo ni me he movido de aquí… - dijo María empezando a dudar de ella misma, ni siquiera sabía si era eso lo que le quería decir Dean.
-Dean, perdóname ¡vuelve! - dijo Miranda, pero por mucho tiempo que lo estuvieron llamando no aparecía.
Tras un tiempo que dieron por perdido estuvieron pensando sin sacar ninguna conclusión. En esos momentos entró una sirvienta sin ni siquiera avisar. Parecía fatigada
-¡Mi reina! Tiene que venir. Hay una persona esperándola en la entrada del pueblo - dijo la sirvienta
-¿Por eso tanto alboroto? Ahora estoy ocupada, que venga a verme mañana. Por cierto, necesitaremos rezar en el templo de Dean. ¿Cómo van las obras? - dijo Miranda
-Discúlpeme mi señora, pero tiene usted que ver a esta persona - dijo la sirvienta
-Te he preguntado por las obras. – dijo Miranda imperativa - y ya te he dicho que no pienso ir, ¡en todo caso que venga él! Contesta, ¿las obras van bien?
-Se han parado, este hombre ha estado distrayendo a los obreros. Pero insisto, debería ir a verle
-¡Manda a las guardias y que lo echen de aquí! Y dígale que no pienso ir, es mi última palabra - dijo Miranda ya simplemente por llevar la contraria
-Reina Miranda, es una orden… - dijo la sirvienta atemorizada. Miranda se levantó de repente y miró desafiante a su sirvienta
-Yo soy la reina aquí, yo doy las órdenes, ¿por qué osas revelarte a mi por defender a ese hombre? ¿Y quién es él para darme órdenes?
-Su santidad el Peregrino - dijo la sirvienta, y al oír ese nombre todos, incluso Miranda se inclinaron
-¿Quien es ese hombre? - preguntó María
-Es un hombre casi divino, vive en los bosques y raramente se deja ver. Es conocido en todo el mundo excepto, al parecer, en las tribus Jurásikas. Mantiene conversaciones con los dioses y conoce sus secretos, cada vez que el Peregrino muere se elige uno nuevo entre todos los hombres. Es el máximo poder religioso, tiene incluso más poder en algunos aspectos que yo - dijo Miranda nerviosa
-Dice que sólo le atenderá a usted mi reina - dijo la sirvienta mirando a María
-Esta bien, ya te espero aquí - dijo María.
Miranda salió y vio el tumulto de gente, cuando ella llegó la gente le dejó paso y allí estaba él, un anciano de pelo canoso vestido con hermosas ropas. Miranda se inclinó ante él
-Miranda, los dioses me han hablado de ti. ¿Hay algún sitio donde podamos hablar a solas? - dijo el Peregrino
-Sí, hay una pequeña casita dos manzanas más allá - dijo Miranda, y lo condujo hasta una pequeña cabaña donde estarían a solas, era la misma cabaña en que se instaló Regeos en aquel pueblo cuando se hizo pasar por el señor de Nandia. La cabaña era amplia, y en su centro había una rústica mesa y un par de sillas, Miranda y el peregrino se sentaron frente a frente.
-Miranda, sepa que después de las revelaciones que le haré, sus actos ante mí deberán ser idénticos a los anteriores - dijo el Peregrino
-Cuente, aunque poco me dirá que no sepa. ¿Cuál es el motivo de su viaje? - dijo Miranda
-No lo sé, vine aquí en busca de una respuesta. Usted sabe que yo utilizo el oráculo de las cartas, entre otros, para comunicarme con los dioses. Bien, pues vengo aquí, porque esta vez me he comunicado con ellos
-¿Quiere decir que ésta es la primera vez que usted habla con los dioses? - dijo Miranda
-Ningún Peregrino ha hablado nunca con los dioses, todo es una actuación que viene dada desde el principio de los tiempos, más o menos desde la época de Era Nueva, en la que surgió el primer Peregrino. El primer peregrino se enteró de sus costumbres hacia los hombres y para salvarse se hizo pasar por un enviado de los dioses - dijo el Peregrino
-Entonces es todo mentira, ¿ha sido realmente ésta la primera vez que usted habla con los dioses?
-En realidad ni siquiera ahora he hablado con ellos, me han mandado un mensaje con las cartas, parece de parte del dios Dean - dijo el Peregrino
-¿Qué tipo de mensaje?
-Desde anoche, cada vez que utilizo las cartas invocándolo indican tu nombre – dijo él sacando una baraja de cartas y echándolas en la mesa - Mirando la relación entre los símbolos de cada carta y las letras de nuestro alfabeto: M-I-R-A-N-D-A Y así siempre, ¡debe ser una señal!
-No me extraña… - dijo Miranda
-¿Como?
-¿Qué es lo que dicen las cartas?
-¡No dicen nada más!
-¿Quieres probar ahora? - dijo Miranda, y cuando el Peregrino volvió a echar las cartas le salieron esta vez distintas cartas
-Ya ha dejado de salir lo mismo. Pues bien Miranda, ese era mi cometido, al parecer mi deber era avisarte de algo y creo que ya lo hice, aunque en verdad no te he dicho nada realmente importante - dijo el Peregrino levantándose. Miranda le hizo sentarse de nuevo
-¿Qué es lo que dicen ahora las cartas?
-¿Es que no me has oído? ¡Las cartas no dicen nada! Ni siquiera ahora por método alfabético: FSHY
-¡Pues te lo inventas! Pero me vas a decir que es lo que te dicen los dioses como si se lo dijeras a cualquier otra persona - dijo Miranda
-Pero…
-¡Hazlo! - insistió Miranda
-Esta bien…pues…tenemos aquí: la balanza, el río, la corona y Bakal… es un poco difícil… - dijo el Peregrino
-No lo creo…déjate llevar por tu imaginación, di lo más disparatado que se te ocurra
-No veo necesario seguir con esto - dijo el Peregrino nervioso, pero Miranda miró con una cara muy seria que le intimidó - Está bien…Esta balanza puede ser…la justicia…que podría ser Unipuma. Unipuma… conducirá a la corona hasta Bakal - dijo el Peregrino, y sacó otras cuatro cartas y se puso a revisar las cartas que habían salido anterioromente - ¿Cómo puede ser?
-¿Qué pasa? dijo Miranda
-Sólo había una carta de cada, y sin embargo ha vuelto a aparecer aquí la corona, seguida del ojo, la muerte y de la familia. ¿Dijiste que dijera cosas disparatadas? - dijo el Peregrino
-Sí, así tendrás más posibilidades de acertar
-¿Sabes lo que es el Ojo de Minina? - dijo el Peregrino
-¿No es eso que armó tanto escándalo en las tribus de Bakal? - disimuló Miranda
-Sí, más o menos…
-Bueno, prosiga, que lo que no entienda ya lo entenderé
-Bien, pues la corona utilizará el ojo, para acabar con toda la ciudad - dijo el Peregrino, sacando de nuevo más cartas, pero pasó que, con el temblor que a su edad tenía, añadiéndole el de los nervios que en aquel momento tenía, le cayeron todas las cartas en la mesa. Las recogió todas menos cuatro que quedaron en línea donde antes había colocado las otras. Cuando comenzó a levantar cartas se dio cuenta de que debajo de una carta había otras dos y fue a recogerlas para devolverlas al montón
-¡déjalas! dijo Miranda
-¡Pero a la hora de interpretar no se pueden usar más de cuatro cartas! - dijo el Peregrino
-¡Lo vas a hacer porque yo lo digo! ¿Qué normas son esas? ¡Si nunca has hablado con ningún Dios!
-Está bien, tienes razón, pero son demasiadas, no sé qué interpretación sacar de tantas cartas… - dijo el Peregrino
-¿No lo hiciste cuando salió la palabra Miranda? ¡pues venga!
-Ese era otro tipo de interpretación…espera. P-E…¡Ya está! P-E-R-D-O-N ¡eso es lo que dicen las cartas! - dijo el peregrino
-Bien, si eso es todo, si no es mucho pedir te agradecería que desaparecieras de mi vista antes de que divulgue por todo el pueblo que no eres más que un farsante - dijo Miranda
-Pero si acerté… - dijo el Peregrino
-Tú lo has dicho, acertaste. Muchas gracias por ser un intermediario entre los dioses y yo. Es mucho el daño que le has hecho a este pueblo, es más, me gustaría que salieses de aquí sin ser visto por nadie, ¿está claro? - dijo Miranda seria
-Sí, señora
-Ah, y por favor, si vuelves a recibir alguna otra señal de ese ente extraño que últimamente se hace llamar dios, dile que hable conmigo en persona - dijo Miranda, y en ese momento un gran estruendo se oyó en la ciudad y el Peregrino salió gritando
-¡La profecía! ¡La ciudad será destruida por el ojo de Minina y así será reina de las diosas!
María mientras estaba durmiendo. Esta vez sus sueños eran simplemente eso, sueños. Soñó con aquel rostro que la anterior noche no había sabido reconocer. No sabía si tenía aquello algún significado, pero aunque aquello fuera malo, a ella le gustaba soñar con él. Esta vez podía verle mejor. Estaban juntos, no se podía decir bien donde estaban, hablaban, no ocurría nada en especial hasta que giró la cabeza y el chico misterioso ya no estaba, y en su lugar estaba Orly. María se alegró muchísimo al verlo, y se había quedado sin palabras al tenerlo allí delante sin inmutarse, tal y como estaba antes aquel otro chico. Pronto empezó a notar que esa falta de palabras le hacía temblar de impotencia, y todo aquello que quería decir y no podía se le quedaba en la garganta hecho un nudo. María empezó a notar que el silencio entre ellos se había prolongado demasiado. Su angustia aumentó, ya no tenía ni idea de lo que podía hacer, así que cerró los ojos y deseó que aquel mal trago pasara, y cuando los abrió estaba completamente sola. Deseó dejar de estar sola y junto a ella volvió a aparecer Orly. La angustia se le pasó de golpe y despertó. Estaba sudando. Miró por la ventana de la habitación y vio como había un montón de gente mirándole en esos momentos, le miraban con cara de odio. Ya era de noche, pero la gente llevaba antorchas amenazadoras. María asustada bajó a buscar a Miranda, que estaba en la sala del trono recibiendo a tres ciudadanas que en cuanto vieron entrar a María comenzaron a gritar
-Allí está, - dijo una de ellas, la más anciana de todas - ¡la causa de todos nuestros problemas!
-Te hiciste amiga de Miranda para darle luego la puñalada por la espalda ¿verdad? – dijo otra - Todo esto, cuando nos salvaste de aquél sospechoso ataque de los bakals, la desaparición de Shalía, la aproximación de los dos reinos y la igualdad entre hombres y mujeres… ¡Fachada! Nos haces ver que todo va bien y luego acabas tu verdadera misión, matarnos, ¿verdad? ¡No mereces ser quien eres!
-¡Callad! ¿No veis que no podéis juzgar a Maria sin ningún fundamento? - dijo Miranda
-¿Qué es lo que pasa? - dijo María
-El Peregrino salió corriendo del pueblo gritando que la ciudad sería destruida por el ojo de Minina y así sería reina de las diosas. - dijo una de ellas
-¡Y tú eres quien tiene el Ojo de Minina! - dijo una tercera que hasta ahora permanecía callada
-El Peregrino se asustó al escuchar el desprendimiento del techo del nuevo templo y se puso en lo peor - dijo Miranda
-¿Y si no fue así? - dijo una de las mujeres
-¡Yo digo que mandemos bien lejos a esta terrorista! dijo una de ellas
-¡No te apresures! Ni siquiera sabemos cual es la verdad de las palabras del Peregrino - dijo Miranda
-¡El Peregrino nunca se equivoca! - dijo una mujer
-Miranda, tú no creerás que eso es cierto, ¿verdad? Tú sabes que yo no haría eso - dijo María
-María, por favor, lo que yo piense ahora no te importa ni a ti ni a nadie. Ahora soy la reina de este pueblo y no tengo que descartar ninguna posibilidad - dijo Miranda seria, y María ofendida y al mismo tiempo triste, se dio media vuelta para marcharse
-María, tendrás un juicio justo mañana por la mañana, por la tarde daremos un veredicto definitivo - entonces María se marchó rápidamente, y Miranda sin darle importancia al enfado de María continuó hablando con ellas -Y ahora volvamos al tema del templo, ¿qué pasó?
-El tejado cayó justo poco antes de que el Peregrino anunciara su profecía - dijo una de las mujeres
-¿Se podrá arreglar? - dijo Miranda
-Sí, pero llevará un tiempo, creo que es mejor dejarlo para cuando todo esté acabado - dijo la mujer
-No, lo quiero antes de que las ventanas sean reforzadas, si volviese a caer podría dañar el edificio - dijo Miranda
-Pero podría salir dañada la gente - dijo otra mujer
-No, algo me dice que quien ha originado esto no pretende causar daño a nadie, por eso quiero tomarme esta seguridad - dijo Miranda
-En ese caso le sugiero que despida a la arquitecta y que se le juzgue mañana tras el juicio a María - dijo una mujer
-No. Quiero que todo siga exactamente igual que antes, ¿ha habido algún herido?
-No, creo que tiene usted razón, si ha sido a propósito, esa persona no quería dañar a nadie - dijo otra mujer
-¿Quién dijo que fuera una persona? - dijo Miranda, pero los demás no entendieron,
-¿Puedo sugerirle otra cosa más? - dijo una de las mujeres
-Sí, claro - dijo Miranda
-Ya que el juicio de mañana estará tan ligado a la religión, le querría sugerir que se hiciera a la antigua usanza, como antes de su reinado - dijo la primera mujer
-Jamás la voluntad de ningún Dios se ha de entrometer en los asuntos de los humanos. ¡Es terrible que todavía se piense que los dioses indican mediante señales la culpabilidad de la gente!
-Pero no solo se trata de eso, eso solo es una prueba más apor… - dijo la anciana, pero Miranda la interrumpió
-¡He dicho que no y es que no! Las cosas ya no se hacen así en este reino - y las tres mujeres se retiraron dando las buenas noticias a sus compañeras que la esperaban fuera.
Amaneció el siguiente día y Miranda y María desayunaron sin hablarse si quiera. Se reunieron más tarde en una sala semicircular, como la de un teatro antiguo. Se hizo bajar a María hasta el centro, esperó allí hasta que la sala se llenó de gente. Miranda entonces, que se sentó en una silla que había frente a una mesa que había en el centro, comenzó a hablar
-Que empiece el juicio: María, se te condena por engañar a la reina así como a todo su pueblo, por aprovecharte de nuestra hospitalidad y sobretodo por utilizarla para querer destruir esta ciudad. Ahora procederemos a oír el veredicto del que partimos - y miró a María - ¿Y bien? ¿Cómo te declaras?
-Inocente - dijo de mala gana María, y entonces una veintena de manos se alzaron desde el público
-Morgana de Riet - dijo Miranda dándole el turno de palabra a una mujer delgada y pelirroja con un alto moño en la cabeza
-El Peregrino claramente dijo: El ojo de Minina acabará con el pueblo. Esto es claramente una alusión a la traición cometida por María y a sus claras consecuencias – dijo Morgana
-No puedes estar segura de ello si ni siquiera se han dicho nombres - dijo Miranda - Esmeralda Burchaou
-Pero ella es la que lleva el Ojo, solo ella puede ser quien lo utilice y sólo ella puede hacerlo
-Rosalía Berunt
-Además ya resultaba extraña tanta armonía y prosperidad en el mundo, todo es un montaje de las Jurásikas, para engañar a nuestra reina y hacernos caer
-Por mi parte, - dijo Miranda - digo que no creo que todo esto sea mentira, pues ya son muchos los dioses que me han hablado de nuestra situación - Soraya de Miror
-¿Y no puede ser que no fuera más que Minina, su diosa, engañándote?
-Minina, al igual que Unipuma no puede hacer tal uso de su poder sobre nosotros mientras estén en sus templos, podrían contactar con nosotros, pero no estar presentes como muchos de los dioses han estado. Gina Ascroni
-¿Y Bakal? Él sí que puede haberte engañado, además, no le faltan motivos para destruir nuestro pueblo - y después un gran murmullo se levantó en la sala, la anciana de la noche anterior pidió el turno de palabra
-Samara Monter
-¿Y tú que dices, María? Si no es cierto lo que aquí hemos dicho, júralo y se te someterá a una prueba espiritual
-¡Alto! – dijo Miranda - Creo que ya avisé de que no se sometería más a nadie a ese tipo de pruebas, ¡no entrometáis a los dioses en esto!
-¡Pero con este tipo de juicios no llegamos a ninguna parte! - dijo una mujer sin pedir turno de palabra
-¡Silencio! – gritó Miranda - No tendré en cuenta este último comentario ni ninguno similar, pues ha sido pronunciado fuera de un turno de palabra. Andrés Julrén - dijo Miranda, y todo el mundo comenzó a mirar con cara extraña a su reina, era el primer juicio que se celebraba desde que los hombres gozaban de una relativa libertad, y a muchas de las mujeres presentes les parecía insólito que un hombre quisiera hacer algún comentario en el juicio, y mucho menos que la reina lo aceptara antes que otros comentarios de mujeres.
-Me parece que el Peregrino es ya demasiado anciano, y dudo de la veracidad de sus predicciones - dijo él, y de pronto el escándalo ya iniciado con el turno de palabra que le había sido otorgado a aquél hombre se hizo cada vez más grande, tanto que Miranda tuvo que pasar diez minutos en silencio para poder proseguir
-Eloise Alierte
-¡Me parece insólito que una persona que esté en este juicio pueda exponer opiniones como esa!
-Ese no es el tema del juicio, además de que él es libre de expresar sus opiniones con total libertad. Su opinión es completamente válida, y además no es la única persona de esta sala con similar opinión. Yo misma opino igual que él - dijo Miranda, el hecho de que su reina opinara de ese modo apaciguó a la gente de la sala - Simonella Aster
-El Peregrino nunca se ha equivocado, además, ¿no visteis la urgencia con la que vino a hablar con nuestra reina? Yo afirmaría que es culpable, culpable de aliarse con Bakal para hacernos creer que estábamos en una época de prosperidad, ¡y culpable de querer atacarnos luego desde dentro! – dijo Simonella, y la gran mayoría de la sala se puso en pie aplaudiendo
-Bien, ¿alguien tiene algo que decir en contra de eso? - dijo Miranda y ninguna mano se levantó
-En ese caso el pueblo, por unanimidad ha decidido. – dijo Miranda - María es culpable de todos los cargos atribuidos. Esta tarde se procederá a aplicarle el castigo debido. Hasta entonces, María permanecerá en el palacio con una guardia que no se separará de ella en ningún momento.
Miranda pasó el resto del día hasta la hora de la sentencia final en su habitación sin ni siquiera salir para comer. María, sin embargo, estuvo preparándose para cualquiera que fuese su sentencia, sabía que le declararon culpable, así que se puso a recoger las pocas cosas que había llevado consigo. Pronto llamaron a la puerta de la habitación de María, era la guardia que la había estado vigilando
-María, la reina Miranda y el jurado te están esperando, ya tienen tu sentencia lista.
María volvió a la sala donde había pasado la mañana.
-María de las Jurásikas, - dijo Miranda - el jurado compuesto por todo el pueblo presente en el juicio celebrado esta mañana, moderado por mí, la reina de las Nanditas, Miranda, hemos decidido que como culpable de todos los cargos, deberás ser expulsada de por vida de estas tierras hasta que se demuestre lo contrario. En cuanto el sol desaparezca por el horizonte no deberás estar ya en este pueblo
-No tendrás que esperar tanto, ya tengo preparadas mis cosas – dijo María enojada
-Una última cosa - dijo Miranda, y María se giró - María ha sido declarada culpable, y no tengo ninguna prueba de su inocencia, pero en cuanto María abandone el pueblo yo me iré con ella y continuaré con ella el viaje que emprendimos juntas. Y si María no pisará estas tierras en su vida, yo tampoco lo haré.
Miranda y María no hablaron, pero partieron juntas. La gente del pueblo comenzó a arrepentirse de haber tomado tal decisión y empezaron a dudar de la culpabilidad de María, pero ya era demasiado tarde.
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