Exhausta de amor y pasión me habías dejado.
Leía poesías, entre algunos versos, esta estrofa que me gusta mucho
(Jamás te has visto, nunca
te verán, cual mis ojos
te vieron y te ven_ como mi vida
encarnada en el pálido tesoro
de tu cuerpo invisible,
pues que es la carne de mi alma.)
Juan Ramón Jiménez.
El cansancio se apoderó de mí rindiéndome. Con el libro sobre mi pecho, recostada en mi almohada, no te oí llegar.
Solo la brisa de tu respirar acariciando mi cara. Besaste mis labios suavemente para no despertarme. Recogiste mis lentes que, prendidos estaban entre mis dedos. Tomaste mis manos, una a una suavemente, las cuales sujetaban el libro que leía. Te sentí… como cual brisa calida en una noche de verano junto al mar, no quise despertar, solo sentirte, sentir la caricia del amor que, horas antes me había dejado exhausta de tanta pasión.
Escuché un susurro al oído, un… te amo, Teresa María…
El agua caía sobre tu cuerpo. Mis ojos cerrados te veían, mi piel te sentía, sonreían mis labios, pensando en tu morbo pensamiento, en tus perversidades, sé lo que pensabas…
Solo me dejé dormir al sentir tu frío cuerpo, después de un calido baño, buscando el mió, para sentir el calor de mi piel abrazándome, para así reconciliar el sueño hasta el alba, que nos espera para seguir amándonos.
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