Madriguera trizada por recovecos que albergan sueños y llantos. No sería ésta una mala metáfora de la tierra. Claro, si sólo ésta cuidara sueños y llantos y nada más, pero sucede que los crea, los reproduce y los regenera. Y qué es la tierra. Qué es vivir en ella. Cómo hemos de saber si pensamos que el tiempo es una línea, que siempre estamos de pie, que los mares no se rebalsan porque se hayan boca arriba. Esas aberraciones nos han hecho entender. Nos han llevado a construir en las cavidades de las mentes cartesianamente construidas. Y somos dos planos, nada más y nada menos. Dos planos que explican el mundo y sus pecados. Dos ejes de comprensión que se construyen desde la niñez en las cárceles de jardines y conejos blancos. Si hasta un anciano creyó que su planeta era plano. Si hasta tendemos a pensar que no caemos porque siempre estamos arriba.
¿Y a quién culpo? Desde mi corazón latino a Cristóbal Colón y los imbéciles que lo acompañaron. A los criollos que con el tiempo buscaron asiento europeo para suplir su vergüenza. A quienes claman un indígena flojo porque no se mueve igual que sus destajos. Culpo a las escuelas y orfanatos. A la ciencia y los que lucran con ella. A los padres autoritarios y los dictadores andróginos. Culpo a los que deben mirar hacia el lado para ver si un objeto toma movimiento. A los que no creen en demonios e inventan máquinas para suplir al sol y embellecer sus rostros. A los que separan para entender. A los que matan por no seguirlos y destruyen las formas de oír a las rocas. A ellos. A los congraciados por la magia del cerebro de los positivistas.
Nuestro cuerpo nunca está de pie y nunca recostado. Somos siempre el mismo equilibrio mirado desde diversos ángulos. El tiempo no es línea. El tiempo es círculo de magia y tempestad. Los viajes son respiros y las conquistas muertes que desdoblan los antepasados de los mortales. No ha de ser siempre que estemos de pie. Simplemente porque eso no importa. Siempre estamos y sólo eso. Estamos porque los juegos de la probabilidad así lo han indicado. Podemos ser cualquier lugar de la esfera. Cualquier posición en el espacio. Los mares no se caen porque caer hacia un lado no existe en el espacio. Y por eso es que no debiera existir en las cabezas. Y para eso felicito, mas no culpo, a los ancestros y los abuelos. A los indígenas, a los físicos y los músicos, a los cantantes de hip-hop y los budistas. A los animales y los sueños. A los caóticos y los complejos, a los mayas y los escépticos.
No es de normales separar y entender. Si nada en las manos de los creadores ha sido separado. Mi gusto ha de ser el mismo que sienten las plantas por el sol y la rapiña por los animales. Soy parte del todo, puedo ser o no ser y tal vez ser y tal vez no ser. No soy dos planos, soy tres. Soy uno que lo es todo y que envuelve mis antepasados. Y así se construye, creyendo y naciendo de la intuición, de aprender con los pies mojados y el pulmón seco. No dejando de vivir porque ya no puedes ver todo, sino que abriendo tus compuertas para que otros lo hagan luego. Sí, con los ojos hacia atrás. Dentro tuyo y plasmados en las neuronas de las emociones y los recuerdos. Viviendo porque así ha de ser y aspirando a ser todo y nada de lo que uno quiere. Dejando que la especie llegue a donde tenga que llegar, sin que tu ausencia apague tus decisiones. |