Tumbe el monte y sembré una ciudad,
Rompí el silencio y genere decibeles de inconformidad
cambie el rumbo del rió y ahogue
En electromagnetismo al ambiente.
Mis chimeneas oscurecieron el cielo y el efecto invernadero llegó, ya nunca el cielo azul fue
Un gris firmamento tristemente predominó.
Ahora me muero grita el planeta, pero es casi
Inaudible, le opacan gemidos de niños que mueren sin nacer, la inocencia con tiros de gracia se pierde y las explosiones de cólera, de un dragón de fuego que devora cuanto combustible se le cruza por su camino al “desarrollo”, cagando desastres, dominación por indigencia de pueblos enteros.
Me imagino un mundo mejor, lo busco en la red, extasiado en el sexo, el alcohol y cuanta sustancia que me eleve de esta mísera, mierda
solo encuentro la decadencia de un dios,
Ambicioso que quiso el orbe abarcar con su manos.
Nadie más merece vivir aquí dijo el hombre con su razón,
El mandamiento, su primer mandamiento que dice:” te amaras a ti sobre todas las cosas”
Y satisfaceras tu deseos, para lo cual harás lo que sea, beberás la sangre de tu hermano y saciaras tu sed, pero que siempre se haga la voluntad, mi divina voluntad, reza el capitalista sin compasión…
Necesito escucharme, alimentar mi egocéntrica razón y toda la creación de aparatos para la destrucción me escucharan y atenderá.
Que pronto suenan las trompetas del armagendon:
el réquiem de mi cremación
Yo y solo yo, dios que reina
En las ruinas de una perfecta creación
Degenerada, transformada, pervertida y convertida
En el relleno sanitario de quien debio ser su cuidador.
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