"…Lluvia
macho chaparrón
gotean los recuerdos
y yo en esta fiebre de espinas que no sangré
atando cabos
cayendo bajo.
Y mañana tal vez vuelva a darle cuerda al corazón.
Pero mientras tanto,
sólo tengo esta tormenta que me tackleó
y no me suelta
y no me suelta.
y los trucos que ya no salen ni al revés
el parto de un adiós
y las cuentas de cuatro mas dos que ni por puta nos dan seis…"
Que mañana extraña. Noche envuelta en libros y no parar, no parar de leer… estudiar, subrayar, repasar, tratar de entender… tratar, sobretodo, de entender demasiadas cosas. Extralimito una vez más a mi psiquis fronteriza. (Dícese borderline: trastorno de la personalidad que se caracteriza primariamente por disregulación emocional, pensamiento extremadamente polarizado y relaciones interpersonales caóticas.)
Las nubes cubrieron Buenos Aires y la lluvia comenzó sin desanimarse a inundar las calles de ávidas gotas que de tan sigilosas rápidamente quebraron el silencio abismal que ocupaba mi pieza (Ella duerme). En la calma de la tormenta descubrí el placer a lo prohibido, al café fuerte, a tu perfume remoto y embriagador.
Me han dicho que mis manos resultan “lindas”, mas no comprendo que tienen de especial, pues si bien él las eligió; quizás yo, conociéndolas presas y tiranas de manías y perversidades varias jamás las calificaría de lindas. Si de cladística hablamos, siquiera las consideraría un carácter digno de apreciación.
"…No perfumes tanto la verdad
que si ando muerto es de tanto resucitar…"
La lluvia ya es tormenta que golpea mi ventanal y inunda el alma con su ruido ensordecedor y excitante (Ella continúa durmiendo). No puedo evitar perderme en él; e intentar a estas alturas concentrarme en la lectura es un trabajo difícil, extenuante y prácticamente imposible. Simulo en mi mente un pasaje singular, de fuertes gotas golpeando mi rostro, deslizándose con rapidez hacia mi cuerpo empapado. Mis pies danzando bajo la melodía particular. Mis manos recogiendo pequeños suicidios líquidos y sorbiéndolos de a poco, conteniéndolos con suma delicadeza, seguida por una ansiedad imparable, certera.
"…Otra tarde que no arde, esta tarde sin pasado mañana.
Otra tarde tan cobarde, esta tarde que no prueba manzanas.
Otro jueves que no sabe bajarse ni los pantalones.
Otro jueves que anda dando lástima por los rincones
de esta tarde en coma 2…"
Retorna la calma en el exterior. Comienzo a pensar que quizás sería mejor volver al estudio (Debería despertarla). Nos quedan un par de horas, habría que aprovecharlas. (Nos queda tiempo para vivir, debemos arriesgarlo y darlo todo). Estoy ansiosa por conocer el resultado de tanto esfuerzo, aunque el miedo me paralice en ocasiones cada vez más recurrentes. Reclamo un paisaje verde que agote mis expectativas de tranquilidad; propongo un viaje largo hacia ningún lugar; otorgo un pasaje hasta el fin.
"…Y justo ahora que nos llueve tanto,
andamos sin mapas, rubia
y sin saber naufragar…"
El cielo está conteniendo su llanto, lo acompaño y lentamente discurro a despertarla (Confidencias a la luz del velador, con el humo del sahumerio dulce anegando la habitación).
Es hora niña, despierta.
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