Camino por la vereda,saltando las baldosas rotas, de dos en dos, juntando las flores amarillas que crecen en los retazos de pasto, con los minutos sin estrenar.Llego a la esquina y doblo, el paso más recatado, la falda larga hasta las rodillas y el cabello atado, el colegio de monjas, respirar hondo es pecado.Cruzo la calle libre al fin,adiós a las trenzas y a los libros ,comienza la hora de vivir.
Llego a la otra vereda, cercada por la rutina, que tiene de bueno la madurez,más responsabilidad,más trabajo, como un autómata;ojala pudiera estar saltando las baldosas de nuevo, no eran tan malas las monjas.
Doblo la esquina presintiendo el final...¿que final?...si puedo al fin conservar la inocencia y juntar flores, comenzar de vuelta con la sabiduría de los años vividos, aceptar los golpes y aprender de ellos,reírme de las monjas y de mi?.
Cruzo la calle como si fuera un río,con mis pies jugando en el agua, con el paso lento,disfrutando de antemano lo que la vida me tiene reservado ahí nomás,doblando la esquina..... |