Una herida es una herida y no hay nada que hacerle. Le he pedido a Dios por largos años que cierre esta herida tan grande que llevo a cuestas, que la cure, que la sane, que la olvide. Pero por mas que cierre la cicatriz molestará por siempre, y escarbando en el pasado alguna vez la recordaré. Sirve para aprender de los errores, para no repetir la misma estupides.
Por eso Dios no cura nuestras heridas, si no que va haciendo leve el sufrimiento, va calmando ese dolor poco a poco, para que nuestra vida pueda continuar.

Por Shangai.