El jardin de Don Diegos.
En la noche cuando caminabas por el jardin, las Don Diego parecian pequeños
solecitos rosados que bordeaban el camino. Y el Bairón las miraba asombrado, mientras sus patitas pisaban el suelo de piedras chinas. Hasta que llegaba alguna polilla de esas, y entonces comenzaba a cazarlas. En las noches todo era muy silencioso y a veces se podía escuchar el ronquido de algun vecino, o el sonido del televisor del cuarto de Landran. Creo que siempre lo deja prendido, porque le tiene miedo al silencio. Muchas personas le temen al silencio, el silencio es un espacio vacio, y el vacio se llena a veces con cualquier cosa. Y cualquier cosa puede ser mierda.
Bairón se estuvo acostado todo el día y en la noche camino con esfuerzo hasta
su cajita de arena. Me tubo muy preocupado esa semana, pero tuve que esperar al “weekend” para llevarlo al vete. El doctor lo miro como con fastidio, porque ya lo conoce. Bairón es un gato neurotico, y no se deja meter el termometro por el fundillo; siempre termina el doctor atandolo. Pero lo de loco no es solo con el doctor, tambíen se las toma con otros humanos y sobre todo con los demás gatos.
dijo
el doctor, palpandole la panza al Bairón. Una vez tome la idea de hacer “barbiquius” en el patio de atrás, donde esta el jardin. Quería que todos vieran lo hermozo que estaba. Así que mis primos, (los unicos con quien me relacionaba en ese entoces) y yo realizabamos unas pequeñas fiestas, que eran para no olvidarse.
El problema vino cuando un gato de la calle, al que llamamos Marcos, (porque nos
recordaba a un amigo) se empezo aparecer por la casa. Atraido seguramente por el
olor de la carne. Mis primos no comprendian la grabedad del asunto, a Bairón no
le gustaban los gatos.
Maria estaba adentro con Bairón y trato de acariciarlo, pero él estaba nervio-so. Quería salir a perliarse con el otro gato, claro. Pero ella no sabía y cuando le
acerco la mano para una caricia; el maltido le desgarro de un arruñaso la carne y
la sangre comenzo a derramarse por el suelo. Ella pego un grito y salío corriendo
al baño. Nosotros estabamos un poco tomados y nos reimos, total no era gran cosa,
los gatos siempre arruñan. Entoces mi primo busco una crema antibiotica y se la unto en el rasguño. Bairón estaba pegado al escrin, ansioso por salir, a peliarse con
el otro gato, claro.
El Marcos se quedo en el suelo, despalda a las Don Diego (que brillaban como siempre llenandome de orgullo), y frente al “barbi-quiu”. Bairón lo miraba endia-blado desde la puerta del escrin. Y paso. Mi primo medio ebrío ya, se acerco a Bairón y lo amenazo como en burla. Pero cometio el error de abrir la puerta del escrin, para molestarlo más de cerca. Bairón le rasgo la carne con sus dos garras, se tiro detrás de el Marcos y, entre el corre y corre tumbaron el “barbiquiu”, los carbones encendidos se derramaron por el suelo y llegaron hasta el mantel, se prendio en fuego rapidamente y cogio la mesa de jugar Dominos que era de madera, y todo fue un desastre. Bairón casi mata a el Marcos, si no es por qué mi primo le pego un manguerazo, y este asustado se metio denuevo a la casa. Desde entonces ya no hacemos los “barbiequius” en mi casa. Y todos me dicen que el Bairón esta loco, pero que voy hacer, tirarlo a la calle. Moriría, es un gato domestico, no de la calle.
El doctor dice que tenía rastros de unas flores rosadas, que posiblemente sean
venenosas... Qué si las sigue comiendo se podría envenenar y morir... Que mejor
que las corte. Pobres Don Diego, se ven tan bellas en la oscuridad... son las unicas flores que muestra mi jardin de noche, las demás duermen.
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