“Tus besos se llegaron a recrear
aquí en mi boca,
llenando de ilusión y de pasión
mi vida loca…”.
(Contigo. Claudio Estrada.)
I
Sabía que pasaría, pero nunca me imaginé que tan rápido. “Nunca” palabra que encierra en sí misma un amplio espectro de posibilidades, dudas y risitas para los observadores, y que muestra a la persona que la profiere como pretenciosa e ingenua…como yo, que la he dicho tantas veces y que tantas otras he caído en la tentación sin inmutarme, después de todo.
Pero esa noche tomé los dados y poco a poco fui accediendo a todo lo que se me presentaba. Sí, decisiones, decisiones, siempre. Caminábamos por la Zona Rosa, Alex y yo. Amberes, Génova, recorriendo los lugares que en determinado tiempo frecuentábamos.
-Alex, estoy cansándome, es lo mismo, lo mismo, lo mismo.
-Hay muchos chicos, mira, en ése lugar y en aquel, ¡vamos!
Y ahí me tienes, entrando y saliendo como coito interruptus en cada lugar, ya que me quedaba unos minutos y ¡bah!, Alex, el pobre, corriendo atrás de mí.
-No, éste está repleto.
-¿Y éste?
-No.
-¿Y éste otro?
-No, siento que me asfixio y el cachondeo ¿en dónde?, ¿arriba de los focos o qué?
-¡Ay mana! ¿Pues qué querías? Al lugar que te platiqué de encuentros hoy sólo entran chicos, ay corazón, ¿no me digas que ya te aburriste?
-Sí, pero de todo. Pareciera que todo es una vil calca.
-Bueno, pero apenas son las 2:00 de la mañana. A ver, a ver ¡Ya sé! ¡Vamos a la Lilys!
-¿A dónde?
-A la Lilys, está bastante lejos pero te apuesto a que nos la pasaremos bien, por lo más no será lo que ya vimos Siria, créeme, será diferente, ya lo verás, te lo prometo.
-Mmm, me parece buena idea. ¿Dónde es?
-En el infierno y así sirve que le quemamos las patas al chamuco, ¿no? ¿A poco no se oye divertido? Nos alcanza para unos churritos, estaremos bien.
-Pues al menos para matar la noche, va que va.
Y tiré mis dados.
II.
Alex es un buen muchacho. Tiene la complexión de todo un cabrón, es moreno, alto, fuerte, más su corazón es el de una mujer. Por eso me gusta, corazón de mujer, sexo de cabrón. Su barba de candado que raspa contrasta con sus manos cuidadas, largas. Su gentileza y trato me fascinaron.
-¿Pero qué van a decir si andamos, Siria? ¿Qué dirá la gente?
-No me importa –le dije- me gusta estar contigo por ser tú, nada más.
-Pero, no sé, no quiero que digan “¿qué? ¿ésa chava está ciega o qué?”.
-Jajaja, no me importa, que digan “pero sí él es más bonita que ninguna”, jajaja.
Y en realidad, no importa. Alex tiene la cualidad de ser novio-novia, amiga-amigo, por eso salgo con él. El nunca me hará daño. Nunca nos haríamos daño, no importa lo que pase, no importa.
III.
-¡Súbanle, súbanle, al metro Zaragoza!- gritaba trasnochado el chalán del chofer del microbús.
-¿A dónde nos vamos a bajar Alex?
-En Zaragoza, ahí está el lugar.
Alex iba más emocionado que yo. Siempre ha sentido una extraña fascinación por los lugares que sudan pasión, que necesitan ser llenados por fauna diferente cada noche.
La Lilys es así. Es como la muerte, un instrumento que llama a la exploración de los cuerpos derruidos, denostados, dejados de lado. Así es. Trasvestis, putas, chacales, chíchifos, morenos, morenas, hombres, la misma gata que en otros lugares se perfuma con Chance Channel, pero acá, sí, en la Lillys, hay una diferencia: TODAS son reinas.
Nos iluminó una especie de lámpara de neón, que más bien me recordó a los tarros de crema Nivea, de un color azul sórdido. El local, con parejas, tríos, risas, cero reproches, cero tristezas, sólo por hoy.
-Ah, por lo menos aquí está menos atiborrado.
-¡Ya ves! Te dije que te iba a gustar Siria, aquí se baila muy bien. ¡Vamos por unas cervezas!
Y así, entre humo de cigarro, alcohol y otras viandas, nos unimos a “la sobredosis de amor, sobredosis de pasión, sobredosis, tú conmigo, tú conmigo, tú conmigo, tú conmigo”.
Después de un rato llegamos a una de las mesitas redondas cercana a la barra.
-Ay, me cansé de tanto bailar Sirius, me cansé, oye pero ¿viste a esos dos morenos de ahí? Uno empezó a coquetearme pero se ve que ya trae domadora.
-Pues yo quiero seguir bailando, Alex por lo más quiero bailar.
-Déjame descansar. Mira ya llegó más banda. ¡Ayyy! ¿Qué es eso?
-Pues…es una chica, o eso parece.
-Pero si no tiene forma, mana, parece que se desparrama.
-Mm, más bien chorizo mal amarrado. Pero por lo menos se mueve.
-Jajaja, mana, Siria, no olvides, estamos aquí y aquí nadie es menos, recuerda todas son reinas.
En eso estábamos cuando la vi. Bailaba con una amiga, sí, por supuesto. Yo estaba con Alex y eso también es válido. Nos vimos.
-Alex, si no bailas, bailaré con esa chica.
-Bueno, ¿la sacarás a bailar o…?
-No es necesario, ya me vio. Vendrá.
Y así fue.
IV.
“…Tiene bigotes y vello en los brazos. Eso es hormonal. Esas mujeres tienen un sexo aspirador, como una ventosa y aunque quisieras defenderte de ellas todo sería inútil, con la violencia que arroja su sexo”. (Oliverio, El lado oscuro del corazón)
-Hola, ¿bailas?- Me dijo con una voz tenue.
-Sí, claro, vamos.
-¿Cómo te llamas?
-Siria, tú ¿eres…?
-Claudia.
-Bonito nombre.
-No, tu nombre sí es bonito, es raro, pero es bonito. Oye, abreviando, ¿eres del circuito?
-No, pero digamos que haría una excepción-. Dudó un poco pero sonrío.
-¡Claro! Nunca es tarde para recapacitar, aunque ¿sabes? Me pregunto ¿cómo resuelven la cuestión los bisexuales? Porque vi que estabas con un chico, ¿es tu novio?
-Mi novia, sí, digamos que reflexionando no hay ningún problema, pensándolo bien te podría decir que también soy del circuito, viendo las cosas por el lado del corazón.
-¿Cómo, cómo, cómo? No entendí…
-Alex tiene corazón de chica, entonces…
-Mm, bueno estamos en La Lilys, en realidad me interesas tú bonita, bien, entonces ¿no hay problema con tu novio-novia?
-No, para nada, ninguno, pienso.
-Bueno, entonces ven, vamos a mi mesa-. Me tomó de la mano muy suavemente, atravesamos la pista. Alex abrazaba a uno de tantos y cuando nos vio, sólo esbozó una sonrisa entre envidiosa y de excitación, fue cuando jaló del cabello al tipo y le mordió el hombro tan fuerte que se oyó un grito y pareció que una parvada de pájaros volaba por todos lados.
Algunas de estas aves poco a poco pasaban a convertirse en hurones retozones. Se retorcían como calcetines al oír la música y con la seguridad, la actitud de que en la Lilys todas, TODAS son reinas y quien no se sienta así, ya puede irse al carajo, y quien tenga suerte, a la verga.
Al pasar enfrente de la rockola que contenía el sueño de varias nenas, el momento de coronar a la reina de la noche iba subiendo de intensidad. Lo percibía y contrastaba con la suavidad de la mano de Claudia.
Por un momento, sólo un momento la fantasía se convertiría en realidad: las pelucas, los perfumes contratipo, los vestidos super apretados ofreciendo algunos senos recién estrenados, otros únicamente rellenos, las pantimedias y, fetiche mío tal vez, pero que me excita y encanta, las zapatillas de plataforma de las Drag Queens, y siempre, siempre el baile.
Con la transfiguración podríamos saber quién sería la mejor Gloria-Paulina-Thalía-Mónica-Shakira-Ninel-Paquita la del Barrio. ¿Dije Paquita la del Barrio? Sí, así es. Todo es válido y si es en contra de ellos, mejor. Paradójico.
Ahí en la Lilys veríamos quién sería la Súper Mujer de la noche, todas las mujeres en una: LA REINA, LA TODOPODEROSA, THE GODDESS. En cuanto a mí… yo ya la había encontrado.
La pude ver mejor. Sí, y como dijera Oliverio, el poeta de la película El lado oscuro del corazón, me gustaron sus bigotes y especulaba con ese mismo morbo, cómo haría el amor.
Traía piercing en la ceja izquierda y otro en la lengua, el cabello cortito, nariz fina y una boca delgada dibujada por algún artista japonés. Su cuerpo menudito, sus senos firmes, las nalgas sin necesidad de jeans Pump It. Sí, ésa era mi chica.
-Siria, mira es mi hermano, su novio, Lola, y “Beatriz”.
“Beatriz” me miró entre divertida y despótica.
-Ay una mujer, qué horror, qué horror.
-¡Ey!, ¡ey!, -le dijo Claudia- respeto, es una niña muy dulce.
-Sí amiga, tan dulce como un mango verde, Bety, ¿eres la de la taranovela?
-¡Ay pero si pobrecita!, ¡pobrecita!, yo soy reina y las reinas usamos corona…
-…y las princesas, diadema, y las perras cadena…olvídalo, mucho gusto, Siria.
-¡Osh!, pero qué horror, qué horror, ay pero si Claus es un bombón pero Tu-la, nomás no brillarás en sociedad…
-¡Oye! Ya te dije que te calmes, ella es Siria. ¿Crees en el amor a primera vista, Beatriz?
-¡Qué horror! Pues, el amor es ciego Claus…
-Olvídala Siria, no le hagas caso, se muere de la envidia, está tan sola la pobre…
-Jajaja, mejor dame un beso nena, si no vamos a hablar de cosas trascendentes, vayamos al lenguaje de las manos-. Tenía ya bastantes ganas de sentir su piercing en mi lengua, de saber si su sexo estaría lo suficiente húmedo como el mío, ansiaba tener sus senos, darle unos pellizquitos a sus pezones, había ya bastantes interrogantes corporales como para perder el tiempo.
Nos besamos. Le mordía el labio inferior. Siempre me ha gustado hacer eso, pienso que es una buena entrada.
-Ayy, lindaaa, besas ricoo, bésame más.
Y la complací. Me imaginaba navegando por sus piernas, probando el agua marina de sus olas, mientras tanto, las sirenas hacían de las suyas en la pista pero precisamente, los cantos de éstas estaban tan lejos para distraerme. No podía fingir más, quería saber más, sentirla. Sabia decisión la de ella en tomar mi mano y llevarla precisamente a su vulva, que incluso por encima de sus jeans secretaba sus salinos jugos. Mientras tanto, me susurraba al oído y mientras más sentía su respiración, mi excitación se elevaba.
-Siria, te acabo de conocer...me gustas mucho, desde que te vi me gustaste, yo sí creo en el amor, en el destino, mmm, podría estar horas contigo así, así hasta venirme…
-Eso quiero nena, sólo eso, hacer que sientas mis dedos en tu montecito, hacerlo vibrar, lo que sea nenita, pero acariciarte.
-Pues vamos a bailar y después, ¡Ay Dios!, Dios dirá…
-Mejor dímelo tú- le respondí- tú eres mi Diosa esta noche, bailemos, lo que sea, como sea, pero tocándote, mojándote, ahí, bailando.
-Siria, ¿dónde estabas?, te había buscado y tenía que ser aquí, en este lugar, yo hago lo que quieras.
-Pues eso quiero.
-Oye, después…
-Después veremos cómo está la temperatura.
-¿No me sientes Siria?
-Vamos. Sólo haz lo que quiero nena.
V.
“Mi cinturita que parece que a todos agita…me dicen bombón suculento, cuando bailo uno que otro se excita, me dicen bombón suculento, -sí, ella tiene un bombón asesino-, me dicen bombón insaciable, que soy un bombón masticable, me dicen bombón”.
(Em…pues, ni modo, así fue: El bombón asesino. Ninel Conde)
De todas las sirenas, Claudia era la más hermosa. Y yo la hacía girar con las vueltas al bailar y luego, la pegaba hacia mí. Y cuando la sentía así, al ataque, sus senos saltaban, le metía la mano, vaya que estaba disfrutando la noche. Todo iba muy bien, a Alex lo vi sentado con cuatro chicos, todos muy contentos, besaba a uno, acariciaba a otro, sí, la noche se portaba obscena, divertida, peligrosa.
Estábamos así, cuando se escuchó “me dicen bombón suculento, me dicen bombón insaciable”.
-¿Es tu canción, Claudia? Mmm, yo creo que sí, tienes un bombón que voy a comerme…
-Siria, tengo que…
-Noo, no lo arruines nena, nunca me ha gustado el regueaton de merde, pero esta vez podría decir que coincido, eres un bombón masticable, rica. Y entonces la tomé de las nalgas y como enredadera comencé a acariciarla. Seguíamos así, cuando vi que su expresión cambió.
-Siria…
-¿Qué pasa?
-Acaba de llegar mi ex.
-¿Y? Si es ex, pues…
-No, es que es muy celosa y…
Y para cuando quise responderle a mi bombón asesino, una tipa vestida de punketa o algo así, que más bien se parecía a la hermana gemela de Marilyn Manson en total decadencia, se me aventó gritando una serie de improperios hacia mi persona.
-¡Maldita bruja, perra malnacida ella es mía! ¡Ella es mía y de nadie más!
-Lupe, no hagas esto más difícil, ya terminamos, por favor…
-Si Lupe, agarra la onda –le dije en mi tono más conciliador- este es un país muy grande…
En eso, “Beatriz”, la que del horror no salía comenzó a gritar.
-¡Ay pero por favor que alguien haga algo, ay malditas jotas ¿que no van a hacer nada?
Y una aspirante a Shakira le gritó.
-¡Maldita pájara serás tú!
Y está de más decir que se armaron los putazos.
VI.
A las 6:00 de la mañana íbamos camino a casa. Miraba hacia el suelo y el cadáver de una tórtola, así como el sol naranja que se despertaba en día domingo me hicieron hablar.
-Alex, ¿no estás enojado conmigo verdad?
-No.
-¿De verdad?
-No. Estuvieron a punto de rompernos el hocico, pero no, de verdad que no, no estoy enojado.
-Mana…
-De verdad. Sólo una cosa mana…
-¿Qué?
-Nunca, nunca pero en la vida NUNCA me vuelvas a poner esa horrenda canción de ese tugurio.
Yo, sólo puedo decir que esa noche, la conocí. Claudia, el bombón suculento de la Lilys. Para mí, the goddess.
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