¿Y qué puede decir el cuerpo si es el espíritu quien lleva las riendas de esta vida desatinada a la que se le dio por vagar el mundo inspeccionando almas y creyendo paliar a los parias?
¿Acaso la caricia de mi mano en tu rostro puede ser más profunda que mi mirada en tus ojos?
¿Quién es mi cuerpo para sentir frío si tibio tengo los latidos y mi respirar en este mundo sobrevuela ese río nuboso en las penumbras nocturnas?
La brisa donde se mezcla la tristeza, el amor y la esperanza me atrapan y me sueltan al aire, al viento, al cielo. El corazón se acelera, los latidos sacuden mi cuerpo y la brisa me eleva. Se mezcla esa brisa con el éter y te la convido por un instante.
Sobrevuelo mi mundo. Giro. Planeo. Descanso y me agito.
Brisa que me encumbra y me hace planear en esa franja líquida agitada por los duendes.
Sobrevuelo; espero. Juego y espero.