La Isla

- Buenas tardes Don Gustavo, ¿no habrá visto por ahí un corazón latiendo apurado pasar corriendo por su esquina?
- No, no lo he visto. ¿No me diga que otra vez se le arrancó? ¿Y detrás de quién se le fue esta vez?
- ¿Se fijó por casualidad en la capitalina que bajó de la balsa esta mañana? ¿Esa mujer con aire soñador, cabello oscuro y rizado, mirada profunda, aroma a flores silvestres y caminar angelical?
- Claro que la vi, pero le tengo malas noticias. Está comprometida y viene a casarse con el capitán.
- Don Gustavo, véndame un buen pegamento y hágame un favor: si ve pasar de vuelta a mi corazón guarde los trozos en una bolsa y me los envía a mi casa, mire que pasado mañana llega otra vez la balsa, y nunca se sabe qué podría traernos a la isla.

Jota