Hoy no vi a nadie.
Hoy no hable con nadie.
Hoy no toque a nadie.
Esta misma soledad que me aplasta, acongoja, devora de un solo bocado,
cada nuevo día, me vomita más fuerte, seguro de mis razones y con menos dudas.
Más racional y pensante.
Más lógico y preparado.
Me aleja y acerca al dolor, mí dolor.
Como un péndulo infinito, arrogante e inflexible, va y viene, retrocede y vuelve con más ímpetu.
Da y quita todo el tiempo, como una madre que paga culpas, como un maestro celoso.
Creativa y enajenada, me deprime y da total libertad.
La soledad.
Estoy solo, mucho.
Por momentos la domo, soy su dueño y ella mi esclava.
La sodomizo, le hago el amor y me regala todo fantasía.
Soy quien quiero, juego con ella y me mima. Es dulce, tierna y me llena de halagos.
Pero toma lo suyo.
Cuando se le antoja, me devuelve a la realidad y soy yo el sodomizado.
Cae sobre mí, y se cobra su cuota de miserias y vergüenzas. De pasado y de lágrimas.
La soledad, mi eterna amiga y enemiga. Mi gran amante y carcelera.
Hoy no vi a nadie.
Hoy no hable con nadie.
Hoy no toque a nadie.
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