Recorro desde mi coche ese punto del mundo que me recuerda a ti. El sol es engullido por las hojas de los árboles que envuelven esa carretera recta, ese punto que dura apenas segundos pero que consigue parar tu corazón. Tú vuelves a mi cabeza, después de tantos años. Tu sonrisa da calor a mi piel. Tus palabras, en silencio, se adueñan del cerebro que nunca has abandonado, del corazón que nunca ha dejado de desearte. Vuelvo la cabeza hacia el asiento que ocupabas en el pasado y su vacío me mira en silencio. Te imagino allí sentada, con la cabeza fuera de la ventanilla, respirando el mundo que te daba la vida, viviendo momentos que llenaban vacíos. Sonrío y recuerdo que te dije, hace siglos, que ojala nunca me faltaras. Te veo con tal claridad que ni las lágrimas son capaces de hacerte desaparecer. Te siento de tal manera que incluso tu olor inunda el interior de mis pulmones. De nuevo solo deseo besarte, como tantas y tantas veces en el pasado. Rozar tu sedosa piel. Respirar los suspiros que se escapan del interior de tu garganta. Y de nuevo mi vida parece escaparse entre recuerdos. Tu asiento vuelve a quedar vacío. La carretera vuelve a quedar despejada. Tu pequeño punto del mundo vuelve a quedar atrás. Tu recuerdo se evapora en silencio, dejando extraños rastros en mi piel. Suspiro de nuevo, y aun noto sobre mis labios el sabor del último beso que no te llegué a dar. Miro por el retrovisor, no se muy bien que esperando, pero allí no hay nada… solo una carretera más. Pienso que nunca más volveré a pasar por aquel trozo del mundo, que es demasiado duro. Pero mi cerebro vuelve a decirme lo mismo de siempre… hasta que vuelvas a tener la necesidad de hacerlo… como hoy. Vuelvo a sonreír ante un nuevo objetivo que me he impuesto y no voy a cumplir. Tú siempre estarás en mi cabeza, por mucho que intente olvidarte, por mucho que duela no hacerlo. El retrovisor te ha convertido de nuevo en un punto oscuro. Sonrío, tras haber disfrutado de tu breve compañía. Solo tendré una cosa como cierta en esta vida, vuelvo a pensar…

… que tu serás siempre la princesa del cuento que no supe escribir.