La Policía irrumpió abruptamente en el American Club, sala de billares que en viernes por la noche se hallaba repleta, de unos doscientos jugadores y mirones. La "batida" o redada policial dejó con apenas quorum el lugar, el viejo club que tuvo hace algún buen tiempo un estricto derecho de admisión, hoy degeneraba en un sitio de mala muerte, alcoholicos, rateros prostitutas y drogadictos, permanecían como esperando algo ahí dentro, y eran retirados semanalmente del sitio, Ramiro nuestro héroe concurría al billar puesto que era un fanático de las tres bandas; se trataba de un auténtico campeón y los pillastres del lugar que eran viciosos del juego en contacto con el campeón le ayudaban a mantener el altísimo nivel de juego, también le daban ideas para nuevas carambolas, bueno este amigo era uno de los pocos honestos del lugar y la Poli le reconocía en cualquier sitio ya que su cara era muy familiar en las noticias del deporte, cuando tomaba licor Ramiro conversaba con nostalgia del viejo billar, decía; aquí aprendí este juego mis maestros fueron el Pancho Paladines y el Galo Legarda hoy fallecido Pancho Paladines un rufián dotado de una habilidad notable para el juego, y Legarda quién llegó a Campeón Panamericano de esta disciplina, Paladines disputó muchas ocasiones el campeonato nacional de tres bandas, pero su temperamento esquizoide y grosero terminaba las últimas partidas con grescas fenomenales a lo que la asociasión del billar tuvo que expulsarle de todos los campeonatos. En estas cavilaciones y relatos un tipo haló de la camisa a Ramiro y le dice hey men, sálvame de estos tombos diles que estoy contigo para que no me lleven detenido puesto que al momento estoy sin papeles, Ramiro se quedó mirando al peticionario de su merced bueno que me cuesta decirles a los polis que está conmigo y le invitó a su mesa, bueno siéntate ahí pero tu pones los tragos, gracias hermanito dijo el interlocutor y encantado empezó a servir en la mesa de los campeones. Hermano dijo, refiriéndose a Ramiro nunca te vas a arrepentir de este favor, bueno esto ya Ramiro había oído muchas veces. Bueno hermano no es nada, si deseas coge un taco y hazte pareja de alguien y jugamos dijo Ramiro, el interlocutor respondió no mi querido amigo esto no es lo mío pero si deseas te puedo hacer invencible en mi juego que es el póker o pókar o como tu quieras decirlo, mmmh bueno esto es interesante luego nos vamos a otro sitio aquí no hay concentración, y seguidamente tiró una carambola de doble vuelta en forma exacta que fué aclamada por todos los presentes como una obra de arte de sutil belleza.
Eran ya las 2 a:m y el billar a pesar del ruego de todos debía cerrar, vamos a la cueva del oso lugar donde hay licor y naipe. Sitio muy tradicional de los noctámbulos de las noches quiteñas.
El sitio semienpenumbra alumbrado con un reflector a cada una de las mesas que estaban bastante separadas unas de otras, se pidió ron y alguien dijo haber ñato enséñanos a jugar. Bueno esto les va a costar un poquito, juguemos de a mil, y ok jugaron de a mil devaluados sucres, en las primeras rondas todo pareció normal pero a los treinta minutos todo el menudo se había quedado con el profesor del juego, jajajajaja como hicistes eso, y el quedó pensativo, sólo a ustedes les voy a enseñar como se marca la baraja, y los jugadores miraron sus naipes y no atinaron a ver ninguna marca el prof. volvió a reir ahora a carcajadas, y sacó de entre sus dedos una aguja muy pequeña, miren yo he marcado las cartas buenas, las de mayor valor en la esquina cuando ustedes repartían, y cuando tenía buen juego apostaba el doble, y asimismo cuando repartía ya sabía a ciencia cierta que cartas tenían cada uno de ustedes, jajajajajaja cuanto me he reído esta noche y he revelado su secreto en homenaje a que ustedes me libraron de la Policía, bueno cuando vuelvan a congraciarse conmigo les enseñaré los muchos otros secretos que tengo para este bendito juego, trucos que acabo de inventar y otros que los he aprendido en las muchas cárceles del mundo, sino que a mi la droga me tiene así, espero con esto haberles ayudado y sobre todo los considero amigos, dicho esto acto seguido se levantó pesadamente de la mesa y se fué.
Ramiro se quedó taciturno y cabisbajo, había comprendido que jamás había que ser malo con nadie. Y empezó a hacer un recuento de todos sus amigos ricos para invitarles a jugar al pókar. |