El nuevo mundo
Cuando nuestra gran casa común había ido bailando sobre si misma a darle su acostumbrada ronda a nuestra estrella más cercana, como lo había venido haciendo desde tiempos inmemoriales, un día cualquiera, sucedió. Me tocó emerger de mi acuoso y calentito hogar con la infinita colaboración de mi amada hospedera. Se estaba tan bien allí, no requerí de masticar, ni tomar aire, ni agua, ni nada. Recuerdo que todo lo que necesité llegaba a mí a través de un tubito flexible, tipo umbilical, adherido a mi pequeña barriguita.
Un momento de un día, de algún modo tuve que abandonar intempestivamente mi primer hogar, donde residí por espacio de 9 meses y unos días, el mismo tiempo en que una microscópica y delgada culebrilla con exagerada cabeza y cola cometa, una entre millones que participaron estando en la bolsita de partida, fue la mas veloz y en una rápida carrera se fue a incrustar en una bolita roja, en donde penetró y se fue fundiendo dentro de ella hasta que se hicieron una sola cosa, y la culebrilla y la bolita roja ya no fueron mas dos cosas distintas, experimentando transformaciones colosales se hicieron tubito, carne, hueso y médula y mucho mas, en lo que fui mientras viví allí, estando en mi primer hogar.
Mi salida además de arriesgada fue muy extraña, las liquidas paredes se arremolinaban y mecían como con espasmos, por algún lado se iba diluyendo e iban llevándome con su corriente. Otro espasmo más fuerte y se contrajo toda la estructura de mi habitáculo, piso, paredes y techo se redujeron y empecé a escuchar ruidos tan extraños, como voces y un brillo que me quemaba las retinas, como luces y apenas podía sostener mis ojos abiertos, fue aterrador.
Fui tomado por los pies y dejaron que mi cabeza colgara y me observaban ojos con máscaras debajo de ellos. Quería regresar a mi hogar, pero aún fue peor, me hicieron yacer sobre una manta e inmediatamente colocaron una pinza en mi tubito que interrumpió el paso de todo cuanto yo necesitaba, era ya el fin, lo cercenaron con un corte preciso y arrancado para siempre esa parte vital, todo me faltaría, no hay aire, no tengo sustento. Obedeciendo a un reflejo natural comencé a respirar el aire común de nuestro mundo por propia cuenta. Tuve el consuelo, sin embargo, de ver a otros ojos sublimes y salvadores que me reconfortaron y me decían que todo estaría bien y su voz que entre sollozos sonreía me hizo sentir que estaría seguro y sucedió así, cuando fui colocado sobre su pecho calentito y sentí sus manos acariciando mi espalda , ah! que mundo nuevo tan maravilloso .
Desde entonces y hasta ahora, ha dado algunas otras 8.000 rondas más y aún lo encuentro maravilloso, a pesar todo... (continuará).
Jeangalco
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