Viajé por arbustos de seda. Cruzando por hombros de hierro; estero y ríos de muerte sin piel. Llamando al alba por la noche, entre espinos y lúgubres holocaustos... Miraba una imagen en mi sien. Nada me decía; impertérrita dejaba su silueta en el claro. Y cada vez que se los aires la dejaban quieta la oscuridad sucumbía.. Miré por espaldas cortadas por sables de piel.. Y nunca encontré evidencia de las estrellas de tú sed.. Y una vertiente que estaba sin razón. Era mi única compañía. Se vanagloriaba de estar junto a un moribundo soldado.. Que nunca estuvo en cerca de la miel...
Texto agregado el 23-04-2004, y leído por 213 visitantes. (3 votos)