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Inicio / Cuenteros Locales / terac / ¿No tienes en tu casa para mi una flor?

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El niño caminaba sediento, de a ratos miraba quizás un sueño en el aire y hacia allí se dirigía sin ansiedad. Se detenía a mirar la manada de gente apiñada que suplicaba en las ventanillas por un papel que nos liberara por unas horas de la maquinaria burocrática. En el aire se olía el café que se bebía mostrador adentro.
Era una mañana particularmente extraña, y yo sentía que en este día el mundo podía transformarse en una pelota ovalada, o que ese que caminaba buscando sueños podía empezar a pedirnos cuentas de su pobreza..o que sin vueltas esta manada podía empezar a bailar y arrojar por los aires los decretos, las cláusulas, y hacer con los reglamentos una gran pira danzando en derredor mas felices que el mismo día en que pasamos al tercer milenio.
Entonces aquel que caminaba entre nosotros como en un laberinto de estacas humanas pidió con su mano púber una moneda para pan, pero no hubo moneda, solo hubo buenos pensamientos y encargos a dios que quizás en ese momento apenas existía como latiguillo de queja.
El niño que ya casi maduraba, según averigüe por su rostro, busco entonces la mejilla de una mujer cansada de mediana edad que tenia el rostro mas candoroso de aquella sala fría. Ella lo abrazo guardando cierta distancia, pero no pudo evitar ser mas maternal pues los 123 ojos del salón-había un tuerto allí- se posaron divertidos en la pareja. Entonces el saco del bolsillo su mano derecha, le acaricio un hombro y guardo su cabecita en el pecho de la señora. Luego ella que se animo a acariciarle los cabellos, no sin perder un poco el decoro lo apretó un poquito mas de lo que la distancia con un extraño recomendaba, pero él fue mas allá aun: su boquita que paseaba por el bajo cuello de ella llego hasta donde nace el pecho y sembró un beso, y bajo mas y puso otro beso y mas aun ya casi hasta la zona del pezón. Claro yo no se en que lugar estaría exactamente el pezón pues había muchos trapos vistiendo a la dama, pero supuse por el imperceptible respingo de ella que el muchacho le había besado casi esa zona. Él que en todo momento había tenido los ojitos indiferentes y relajados se pasmo en aquel instante, y yo no supe si era cariño filial lo que el sentía o si era excitación erótica, lo que es cierto es que la dama lo retiro de si entre amable y sonrojada, le dio una moneda y hundió su mirada en el suelo.
El se corrió hasta oficinas adentro y señalando con el dedo a otra mujer marcho hasta ella y repitió su estratagema, pero esta vez ésta lo rechazo, advertida quizás por la habitualidad del niño en aquellas oficinas. Ella lo rechazo pero él hizo un gesto que para mi pudo ser traducido así: “ no será como otras veces esta vez yo apenas te pediré una caricia en mi pelo, no besare tus partes atrevidas”, pero ella interpuso sus brazos entre el muchacho y sus propios senos..igual le toco las manos y le ofreció una moneda reluciente de un peso..así compraba su pudor de dama de oficina de gobierno, no sea cosa que el llorara como otras veces había ocurrido, sin embargo no obtuvo cariño, pero recibió su dinerillo.
Luego busco con la mirada a otra persona de la manada esta vez era un señor mayor enorme como un muro, sudado, inquieto, con cara sonriente. El niño camino decidido hasta él y lo abrazo como si fuese su padre que volvía de la guerra, y el hombre lo abrazo fuerte, quedaron así varios segundos , murmuraron palabras en los mutuos oídos, y el chiquilín recibió dos monedas.. El señor sonreía y nos miraba por sobre del hombrito zurcido. Hasta que nuestro púber vagabundo se abalanzo sobre una mujer joven que le sonreía y tal un mono de circo se pego a sus caderas y la abrazo cerrando los ojos enamorados. Ella se enojó, pero él, presto para tal incidente previsible se alejo lo suficiente para evitar el escándalo y la miró con ojillos de pedir amor y estiro su mano terrosa, pero también ella como aquella, pagó para comprar su vergüenza o su desvergüenza. Ya el policía de la esquina de la institución se descolgaba de su casilla, pero el niño se apartó con una disculpa en forma de sutil reverencia y se retiró a un rincón, a contar los casi 25 pesos que la mañana le estaba retribuyendo.
Yo me aleje terminado que hube mi tramite, y lo mire, estaba sentado, hipnotizado, en su rinconcito, apilando las monedas del dinero, apilando las monedas del amor, apilando las monedas del erotismo, contento con la ganancia de la extorsión mas extraña que vi yo en mi vida.
Enfile hacia la calle, y si, volví a pensar que en este día en el mundo podría hasta pasar que una mariposa me hablara al oído y me dijera - ¿No tienes en tu casa para mi una flor?

Texto agregado el 17-06-2008, y leído por 111 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-07-2008 Muy buen texto, fruto de una rica imaginación. albaclara
18-06-2008 encantador relato... casi diría de ensueño... sergio_vizcarra
17-06-2008 muy divertido, disimuladamente el texto nos muestra como a veces se aprovechan de nuestra generosidad, o más bien de lo que pueden pensar de nosotros. monique_girl
 
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