Reñato se levantó temprano ese día. Se bañó y se vistió, salió de su casa y llegó a su trabajo a la hora habitual.
Al entrar en su oficina, lo primero que notó fue que su escritorio estaba ya ocupado.
-¿Quién eres tú?-. Preguntó.
-El nuevo contador-. Contestó el hombre sentado, sin mirarlo.
Reñato fue entonces a la oficina de su jefe.
-Jefe ¿Por qué hay alguien en mi escritorio?
-Porque me avisaron que estabas muerto, por eso contraté a otro contador.
-Pero jefe... yo no estoy muerto.
-Pero en la oficina de recursos humanos dicen que sí, lo siento.
El hombre salió y fue a la oficina de recursos humanos, al llegar encaró al encargado.
-Oiga-. Le dijo-. Dicen que estoy muerto.
-¿Quién dice?
-Usted. Bueno, eso me dijo mi jefe.
-A ver, deme su nombre
Reñato le dio su nombre al encargado y éste lo revisó en el computador.
-Bueno-. Dijo luego de unos minutos-. Al parecer sí, está usted muerto.
-Pero eso no es posible.
-Pero acá dice eso, del registro civil nos mandaron un certificado.
-¿Un certificado?
-Un certificado de defunción de usted, por eso cancelamos su contrato, su estado de cuenta, cancelamos y rematamos su vivienda, en fin todos los trámites que significan que usted está muerto.
-Pero yo estoy vivo.
-Pero yo tengo un certificado.
-Pero yo estoy vivo, míreme.
-Lo siento, señor Yánez, pero en el sistema usted aparece muerto y yo no puedo hacer nada.
-Pero ¿Cómo puedo anular ese certificado de defunción?
-Tendría que traerme un certificado de vida.
-¿Y eso, dónde lo consigo?
-Supongo que en el registro civil o en una notaria.
El hombre salió de la oficina y del edificio y se dirigió a la notaria más cercana. Al llegar, el asistente del notario le hizo tomar asiento.
-¿En que le puedo ayudar?-. Preguntó el asistente del notario, acomodándose los lentes.
-Necesito un certificado de que estoy vivo-. Dijo el hombre.
-Ya veo ¿Está seguro de estar vivo?
-Por supuesto.
-¿Tiene testigos?
-¿Testigos?
-Sí, alguien que acredite que usted está vivo.
El hombre miró de un lado a otro y se encogió de hombros.
-¿Usted no puede ser mi testigo?
El asistente del notario lo miró por sobre el marco de sus lentes.
-Pero yo no lo conozco.
-¿No puede dármelo sin testigos?-. Preguntó el hombre.
-Tendría que llenar un formulario.
-Bueno.
-Y debe contestar unas preguntas.
-Está bien.
El asistente del notario sacó una hoja de uno de los cajones y comenzó a leer.
-¿Nombre?
-Reñato, Reñato Yánez.
El asistente escribió la respuesta.
-¿Qué hace usted cuando no trabaja?
-Bueno, como algo en mi casa y... Duermo.
El asistente escribió la respuesta.
-¿Cuántas veces a la semana sale con sus amigos?
-Bueno, en realidad no tengo muchos amigos, sólo conocidos, compañeros de trabajo.
El asistente escribió la respuesta.
-¿Cuántas veces sale con su novia?
-No tengo.
El asistente escribió la respuesta.
-¿Cuántas horas a la semana sale usted a caminar, a pasear?
-En realidad no salgo casi nunca.
El asistente escribió la respuesta.
-¿Tiene mascota?
-No, ninguna.
El asistente escribió la respuesta.
-¿Cuál es su pasatiempo? ¿Qué hace cuando no está trabajando?
-No tengo ningún pasatiempo, a veces veo televisión, las noticias.
El asistente escribió la respuesta.
-¿Con quien vive usted?
-Solo.
-¿Y su familia?
-Están en el norte.
-¿Cuándo fue la última vez que los vio?
-Hace como tres años, cuando murió mi tío.
El asistente escribió las respuestas.
-¿Y la última vez que habló con su familia por teléfono?
-Hace tres años, después del funeral de mi tío.
El asistente escribió la respuesta y levantó la vista.
-Resumiendo; usted vive solo, no tiene amigos, mucho menos novia, no tiene mascota, no tiene ningún pasatiempo ni disfruta de la naturaleza. Tampoco tiene contacto con su familia, salvo para la muerte de algún miembro de ésta- dijo el asistente, mirando al hombre a los ojos.
-Bueno, creo que sí, así es.
-Disculpe que le pregunte de nuevo... ¿Está seguro de estar vivo?
Reñato miró al asistente y se puso de pie. Mientras se daba media vuelta para irse le dijo: “Sabe, no estoy seguro, gracias por todo”.
El hombre se fue y el asistente se acomodó los lentes antes de decir: “que pase el siguiente”.
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