YO Y MI SOLEDAD CALLEJERA


Yo y mi soledad callejera que nunca me abandona,
Yo y estos estadios de invierno que son cada vez más prolongados y fríos,
Y este viento que se cuela por un pasaje que recorre mi memoria,
Mientras el cielo gris anuncia un día completamente varado en la rutina.

Cuando escucho a la gente conversar,
Cuando observo los autos, los niños, los ancianos,
Me doy cuenta que el Mundo se encuentra muy lejos de sus vidas,
Que el Mundo en su totalidad no es uno, si no que, como los granos de arena en la playa, son bastos e infinitos.

No prolonguemos más este poema, que casi empieza a ser una reflexión,
Durante el tiempo que recorre uno a uno los molinos de viento de la pradera de la despedida,
Mientras se levantan los pañuelos, en señal de libertad,
Cuando los demás se creen en la perfección, unos pocos rebeldes gritan al vació.

Y a veces es mejor quedarse callado,
Con nuestros pensamientos enquistados en lo más profundo de nuestra existencia,
Inmóviles y duraderos, ávidos de luchar contra el paso del tiempo,
Para finalmente abrir un capullo violeta rumbo a la perfección de un poema.

¿Y si esto se inmortalizara en el alma?,
¿Y si dejáramos que no muriese en medio del silencio y de la nada?,
Estaríamos frente a una calle llena de gente, viviendo su mundo,
Mientras yo y mi soledad callejera pasamos de frente en medio de la concepción del tumulto.