DE LA SIERRA MADRE A LOS ANDES (II PARTE) (Fragmento)
Quetzal, el pájaro serpiente y Cóndor, el pájaro nube, en la cúspide del Machu Picchu, contemplaban la ciudad mágica con admiración y respeto. Dos llamas ramoneaban más abajo, dando pinceladas paradisíacas a este increíble lugar. Emprendieron vuelo y se posaron en el Huayna Picchu, un poco más abajo, la montaña más conocida del área, según explicara Cóndor a Quetzal.
Con su habilidad de aves símbolo, re-emprendieron vuelo siguiendo la trayectoria del río y del tren, por montes nevados y monumentales, hasta Ollaytaytambo, ciudad inca, habitada y que guarda las maravillas de una ciudad antigua. Sus rectas calles y sus canales de agua, como la época prehispánica, asombraron a Quetzal, el pájaro serpiente, conocedor de Tikal y Chichén Itzá, las grandes ciudades del Reino Maya.
Luego, el valle Sagrado. Tapizado de colores y cuadriculado, en un ajedrez inmortal, se fijó en las pupilas de las dos grandes aves. Miles de tonalidades de verde refulgían en lontananza y se regaban por el río sagrado Urubamba.
Los Andes peruanos, los fabulosos Andes, estaban a sus pies.
De vuelta al Cusco, los recibió Corichancha, el templo del Sol y la Fortaleza de Sacsayhuaman.
Era lunes Santo y el Cristo de los Temblores asomaría esa noche por la puerta de la catedral, ante miles y miles de humanos que le veneraban.
Quetzal y Cóndor, con reverencia, esperarían, para descansar de su largo viaje, el momento aquel.
Por la noche estuvieron hablando y hablando sobre el Cusco. De sus maravillas y leyendas. Una de las más destacadas, se puede leer, según el pájaro Nube Cóndor, en el libro escrito por un cusqueño de pro, poeta y literato, de gran alcurnia peruana: AMOR MESTIZO. Su autor, el gran amigo de Quetzal-Rodrigo, Hampatu-Sapo, Gilberto Muñiz Caparó.
Quetzal, el pájaro serpiente guarda ahora, como uno de sus más preciados tesoros, este libro, dedicado de puño y letra, de su amigo Hampatu. Con mucho orgullo.
Sigue: De la Sierra Madre a Los Andes III parte.
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