Es aquí la energía, el sufrimiento, las ganas de volver a ser uno.
Colgado, sentado, frente a la neutralidad. ¿quién podría suponer cuánta habilidad?
no se sabe si es el colon o la faz de un propio ser lo que a uno lo lleva a demostrar lo que uno sabe hacer.
Cuando era pibe Martín solo supo llorar. Cuando vió por primera vez a su amor tuvo 15 años, encerrado en un instituto, con ganas de suplicar por piedad.
Ahora lo ves, ya no es un pibe, lleno de vigorosidad y desparpajo (lobertinaje).
Sentado en su ritual, liberal, quieto. Sin nada que ofercer, él se sentía un Dios.
¿Y ahora qué? Él se sentía bautizado. Con el azar de la gente él se sentía muchísimo más libre. Es un momento en que nadie lo puede superar.
Muve sus intestinos con singularidad, no se deja ofrecer. Vuelve más derrotado y más triunfador que otros, y ese es su lema.
Cnata, canta como un tenor -para mí, no sabe cantar, pero lo hace con un don de naturalidad y mucha felicidad.
Martín mueve las montañas con sólo pensarlo, no habrá vuelta atrás. no será capaz de formular una hipótesis ni una tesis acerca de su visa pero vive en la cima.
Ahora cuenta historias del ratón Perez sin recibir limosnas por amor, lástima, él siente que está haciendo lo correcto.
Él ahora está bautizado y no hay vuelta atrás. |