La enorme mansión , construída a fines del siglo XIX por el ingeniero Pierre Maine, constaba de dos plantas. En la superior cinco amplios dormitorios, uno de ellos en suite, más un gran cuarto de baño. En la planta inferior , el inmenso salón era presidido por una sala de estar y rodeado por la cocina , un toilette, y hacia el fondo del mismo, atravesando una imponente puerta de roble maravillosamente tallada y lustrada, se accedía a otras tres habitaciones más, todas éstas en suite.
Los Maine, tal como los escuché nombrar siempre, eran siete hermanos, cuatro mujeres y tres varones. Su padre,Pierre, un francés autoritario y puritano, sólo permitía la comunicación entre varones y mujeres en su presencia, durante las comidas, en reuniones ocasionales , y en las misas diarias.
Las cuatro hermanas residían en la planta superior, practicando labores de bordado, costura , o leyendo la literatura que él mismo les proveía, sobre temas religiosos, vidas de santos. El dormitorio en suite era ocupado por sus padres.
Los tres varones residían en la planta inferior, y se dedicaban a estudiar música. Pedro tocaba el órgano, Santiago el violín, igual que Mateo. Eran realmente buenos en eso debido a su intensa práctica.
Fuera de esas actividades, él mismo se encargaba de enseñarles los conocimientos sobre matemáticas, literatura, como lo había hecho desde temprana edad con la lectoescritura.
La misma tarea desempeñaba Luisa, su mujer, con las cuatro hijas.
Supervisaba cada tanto los conocimientos de los siete con gran orgullo, estimulando a que se perfeccionaran cada cual en lo propio. Y realmente lo logró. Sólo que la satisfacción era puramente personal, ya que no tenían prácticamente contacto con la sociedad.
La puerta de acceso a la cocina, por el lado derecho de la casa, comunicaba con las habitaciones de la servidumbre, una cocinera y un jardinero, que se ocupaban de sus funciones. Eran , podemos decir, los únicos testigos de ese claustro.
En medio de semejante organización, en mil novecientos diecinueve, una terrible epidemia de tuberculosis , termina con los Maine y su servidumbre, quedando sólo Pedro y Sofía, la menor de sus hermanas.
CONTINUARA
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