Catarata de colores…., caleidoscopio en súbito remolino… y finalmente la oscuridad adueñándose de todo a su paso.
Un estado de conciencia despierta.
Algo luminoso sobre las alturas permite hacerme entender que, el poder ver, es un sentido que me pertenece.
De a poco, una nueva función va ocupando los lugares vacíos y, primero las preguntas, luego las ideas; se atropellan irrespetándose y llenándolo todo.
Nuevas sensaciones se manifiestan a través de formas, espacios y profundidades.
Sonidos lejanos como de ultratumba, ecos que rebotan en tiempos casi infinitos y espaciosamente se van tornando de dispersos e inaudibles, a conocidos y decodificables.
Detrás del sonido, la molesta sensación de hormigueo.
Una nueva información va invadiendo partes aun no descubiertas, y a su paso, gana en formas y diversidades.
En partes, el hormigueo cede paulatinamente.
En partes muta a percepciones mucho más fuertes y traumáticas, por espacios y de a poco, insoportables.
Un ritmo cadencioso se descubre en un subir y bajar sin fin, sin pausa, pero en sofocación y claustrofobia en el desarrollo de la elevación.
El entrar y salir. Subir y bajar. Rítmico y constante, torna lo insípido en aromas ácidos que ayudan a despejar esa conciencia, al entendimiento, y por fin a la desesperación desde el miedo.
Por fin entiendo que soy, un ser, un ente.
Un Yo pensante, con una identidad que no logro percibir, pero sé que esta. Comienzo a saber que soy, existo y estoy;... mas no, quien y que es lo que soy.
Un sonido nuevo se suma a la ya amplia gama, pero este es mío y surge de desde el interior. Quejoso y lastimero. Suplicante y desde la desesperación.
Algo bloquea mi cabeza. La inmoviliza a la vez que una sombra me obstruye el campo de visión.
Escucho gritos, órdenes, retos; sin poderlos identificar aun, pero alcanza para entender que no estoy solo, aun sin ver nada, ni nadie.
La presión es demasiada y me aplasta.
El aire viciado de éter, apenas si entra en mis pulmones, y el esfuerzo para pujar su ingreso es excesivo, cansador.
Pero, algo ayuda. Algo empuja en ritmos sincopados.
En desesperación casi total, recurro a las últimas fuerzas para tratar de soltar los amarres, a la vez que imploro respuestas a gritos; y entre gritos, manos con brazos. Varias manos. Inutilizan las pocas fuerzas que dispongo, y ya finalmente me rindo a destino sin poder intentar resistencia alguna nuevamente.
Y cedo. Ya nada puedo hacer.
Las luces comienzan a palidecer. Una bruma devora sin piedad los espacios.
Los sentidos desaparecen en un estertor, y ya no hay más conciencia, solo oscuridad.
Una negra, insensible e infinita, oscuridad.....
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