Dicen los antiguos que antes del tiempo y el lenguaje, antes del hombre y la historia, existían en la Tierra unos hermosos seres cuyo nombre no me fue revelado. Eran estos seres perfectos. Eran ellos el equilibrio hecho vida, eran ellos energía en toda forma. Eran ellos la real copia de Dios.
Un día, el hombre apareció y toda la vida en el mundo cambió.
Pasó que los seres perfectos y antiguos se acercaron al hombre para conocerlo como ya conocían a todos los demás seres vivos. Pero el hombre no los veía con claridad en su forma original, ya que eran energía.
Entonces los seres cambiaron. Se dividieron.
El interior de aquellos perfectos seres salió a la superficie. Y era este interior pura energía. Bella y gloriosa energía. Y esta energía quiso unirse a los hombres pero otra vez el hombre la ignoró.
Por otro lado, el exterior de los seres perfectos odiaba a los hombres porque los había dejado vacíos. ¿Cómo recuperar lo que perdimos? Se preguntaban los seres ex perfectos.
Y la energía interna tomó la forma de un unicornio para atraer a los hombres. Pero el hombre teme a lo que no entiende y aunque estaba fascinado por el misterio del unicornio nunca lo estuvo lo suficiente para entenderlo y aceptar sus enseñanzas. Es más, buscó cazarlos para someterlos o estudiarlos en vez de entregarse a ellos para recibir parte de la sabiduría antigua.
Y el exterior de los seres perfectos se cargaron de odio y tomaron forma de dragones horribles y espeluznantes. Querían alejar al hombre del unicornio y atraer a sí la energía pura que habían perdido.
Pero los unicornios no se rindieron y volvieron a cambiar su forma y se convirtieron en bellas mujeres que sí atrajeron la atención de los hombres (y la envidia de las mujeres). Entonces el sueño de los unicornios se hizo realidad y nuevos seres nacieron de esas uniones. Seres mitad humanos mitad unicornios.
Pero los dragones tampoco se rindieron y también cambiaron su forma y se convirtieron en robustos y fieros hombres que atrajeron a sí la atención de las mujeres de los hombres. Y de esas uniones nacieron nuevos seres. Mitad humanos mitad dragones.
Pero los dragones querían recuperar lo perdido porque todavía se sentían vacíos.
Y buscaban y buscaban los dragones a las unicornios disfrazadas y a veces creían encontrarlas y a veces eran ellas y otras no.
Pasó el tiempo. Muchas eras. Y las unicornios olvidaron que lo eran y los dragones olvidaron que lo eran y los hombres nunca se enteraron.
Y esto poco a cambiado.
Siguen por ahí las unicornios llenas de luz, tratando de atraer a los hombres comunes que sólo las aceptan por su belleza y no ven la luz en ellas. Y siguen por ahí los dragones, tratando de encontrar a las unicornios que les devuelvan la luz de su interior. Y a veces los dragones creen encontrarlas. Y a veces se equivocan y otras no. Y esto no cambiará nunca.
Porque el interior de los dragones está vacío.
Porque el interior de cada dragón tiene la forma de un unicornio.