¿Es Facebook el inicio de una sociedad transgénica, llamada a convertirse en una nueva forma de relacionamiento social? O más propiamente, ¿será Facebook considerada una especie de nación transversal de orígenes, credos y culturas dentro de orden planetario llamado Internet?

Muchos dirán que sí. Algunos lo afirmarán de manera enérgica y categórica. Habrá quienes se abstengan quizá por ignorancia de lo que significa el concepto como tal (a lo más habrán visto el nombre en un editorial de prensa o se habrán enterado casualmente por comentarios de hijos, amigos, o de su mascota; vaya uno a saber). Es posible, aunque improbable, que haya quienes se opongan terminantemente a tales designios arguyendo que sólo se trata, por ejemplo, de la iniciativa de ciertos jóvenes ociosos y robotizados que han generado una moda pasajera (majaderos los hay en todas partes)

Lo cierto es que el futuro es incierto: habrá que ir viendo qué formas va adoptando la nueva organización de esta sociedad incipiente. Como nuestros antepasados, que declinaron de una vida nómada para organizarse en comunidades que dieron abrigo y sustento a nuestras actuales y complejas interacciones


Facebook tendrá que crecer y madurar. Y mutar a nuevas formas de relacionamiento que signifiquen un real provecho para sus integrantes. Atrás quedarán los tiempos evocados con melancolía en que se recordará el verdadero lev motiv que originó lo que aún no sabemos que será: “una comunidad universitaria que facilitaba el encuentro entre estudiantes”.