He encontrado el primer cuentecito que escribí. Tiene un añito.
>>Entró en el bar y tomo asiento tan rápidamente como pudo. Miró la cartelera, pero aún no habían estrenado aquella película francesa que tanta ilusión le hacía. Cuando vino la camarera, calló durante un momento y, tras reflexionar, dijo "Lo mismo de siempre, un decapitador". Mientras la camarera desaparecía tras la barra, él se llevó un cigarrillo a los labios y lo encendió. "Tengo que dejarlo" pensó hasta 5 veces antes de que volviera la camarera con una bandeja. Sobre ella se encontraba la dichosa bebida. Con su aspecto de cerveza verde. "¿Algo más?" preguntó ella. Nada más, pensó él, pero sólo la miró. La camarera entendió, de todos modos.
Inspiró profundamente de su cigarrillo, y se deleitó expulsando el humo, mientras dirigía la copa hacia sus labios. Bebió un sorbo que no fue ni corto ni largo, y después otro, que ya fue definitivamente corto. Dejó la copa en la mesa y, a continuación, notó como su cuello se disolvía, y su cabeza rodaba suavemente por su pecho hasta detenerse calmadamente sobre la mesa.
"Mañana lo dejo" se dijo, y acercó el cigarrillo a los labios de su cabeza. A tres millas de allí, nacía un niño llamado Ismael. |