Cerca con tu abrazo, amor,
este disparatado andar entre la noche y el día,
pónme a resguardo, desanudándome los descontentos
el andar a trompicones,
el caer sin ánimos,
tú,
bello motivo de la memoria descubriéndose
cada día
cuando pones mojones invisibles
recorriendo una a una mis viejas heridas.
Tú,
agrimensor de todos mis espacios,
desde el horizonte en que sueño sin dormir,
hasta el recóndito laberinto donde duermo
cuando se ausenta el sueño.
Tú,
recorriendo palmo a palmo las hondonadas
donde el deseo teje caracolas
que llevas a tus oídos para escuchar el mar
- salada inquisición de la naturaleza,
nuevamente virgen
desde tu nacimiento en mi -
Tú,
arquitecto del diseño de esta estructura antigua,
poniendo cimientos firmes
y mezclas perfectas para unir cada retal de la piel de mi alma.
Tú,
columpiado en el vacío,
para rasar el cielo
cuando la mente se agrieta dejando filtrar lágrimas que agotan.
Tú, bajo el sol,
con tus manos extendidas
sobre el mapa húmedo de mis ausencias,
dorando tu piel al aire,
sazonándola para mi beso guardado.
En este territorio perfecto,
sin arrendar un solo centímetro,
porque cada uno te pertenece,
ha quedado la mujer que se amalgama a tus raíces firmes.
Márcalo, te ruego entre inquietudes
que despiertan miles de hormigas
haciendo huecos que conmueven mi cuerpo,
define con tus brazos este perímetro,
asienta en él tu dominio,
y cierra mi boca con la tuya, dulcemente,
dándole nombre propio a este terruño
- salvaje tierra virgen -
conviérteme en panal cargado de rocío,
házme costado insular de tu eternidad
nómbrame Tuya,
poséeme
hasta ser
tu parte
más
íntima
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