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Inicio / Cuenteros Locales / Mister_Cool / Acerca del consumismo (parte 2)

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Objeciones moralistas contra el consumismo.

En este ensayo analizaré las más comunes objeciones en contra del consumo y explicaré por qué las considero moralistas. Según la perspectiva moralista en las sociedades de consumo los individuos se entregan de manera viciosa a la compra de cosas innecesarias y superfluas, esa sería su definición de lo que es consumismo. Las dos fuentes más comunes de donde a provenido esta crítica son la izquierda comunista y la derecha religiosa.

Si se revisa la literatura marxista y neomarxista acerca del tema uno encontrará un grupo numeroso de escritos y estudios los cuales describen al consumismo casi casi como uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Hay una razón de peso para ello. El marxismo había predicho la revolución proletaria, pero no en Rusia, Cuba o China, sino en los países más industrializados donde los obreros eran más numerosos y el capitalismo más fuerte, pero eso fue algo que no sucedió. Esto metió a los teóricos marxistas en un embrollo.

Para el marxismo la explicación de la falta del espíritu revolucionario del obrero en los países altamente industrializados tenía que ver con el aburguesamiento del proletariado. Tal "terrible proceso" no era más que el aumento del nivel de vida del trabajador. Marx había escrito acerca del fetichismo de la mercancía, pero lo que vio en su época no era nada a comparación de lo que verían sus discípulos. Tanto así que el consumismo y no, digamos, el ejército al servicio de la causa capitalista, fue el tema favorito para explicar todo lo malo que sucedía en el mundo. Es comprensible, el trabajador que debía liberarse estaba “alienado”, “enajenado”, “idiotizado”, “esclavizado”, era un “hombre unidimensional”, “despojado de su humanidad” (o cualquier otro concepto salido de la escuela de Frankfort) porque en vez de tomar el fusil estaba en el cine atascándose de palomitas de maíz. Usando su sueldo para comprar cosas que “no necesita”, olvidando que lo esencial era liberarse del yugo del patrón.

Hay algo de razón y mucho de equivocación en estas críticas. El primer error que yo señalaría es la validez del comunismo como camino de la redención, pero no voy a ahondar en tal cosa. Por otro lado es un acierto lo que estas críticas han señalado, la satisfacción y la conformidad son efectivamente las razones por la cual una sociedad tiende a conservar el status quo. El obrero satisfecho en sus necesidades básicas (y algo más) se desmoviliza políticamente, se vuelve conservador, perdón. Podemos concordar que los capitalistas por propia conveniencia han dado concesiones a la clase trabajadora con el fin de evitar que existan cambios sociales. Pero el problema viene de eso mismo, pues la principal razón para que un grupo de personas busque el cambio tiene que ver con la insatisfacción que le produce el estado de las cosas.

Se podrá alegar que la prosperidad del obrero es más simbólica que real, comparando, por ejemplo, como el obrero compra objetos de status que solo son imitaciones (marcas patito) mientras que el patrón tiene el dinero para comprar la marca original. Se podría alegar que al trabajador se le “lava el cerebro” para que vaya tras cosas que "no necesita" y que no son lo verdaderamente importante, pero para allá voy, la satisfacción de las necesidades es, como la felicidad, una apreciación en gran medida subjetiva.

Por su parte la derecha religiosa critica el “materialismo” que nos aleja de dios. Del mismo modo que el consumismo aleja al proletariado de la guerrilla la gente se aleja del templo, porque esta ocupada comprando satisfacciones efímeras en vez de buscar la verdadera felicidad que es siempre espiritual. El estilo de vida ascético y austero se antepone al consumismo, (aunque los ovispos anden en Rolls Royce) donde la gente se distrae con lo superfluo y olvida lo esencial. Como en el anterior caso hay algo de razón en esta objeción y a la vez discrepo con el camino a la redención elegido, la adoración a fuerzas sobrenaturales.

El problema con esta objeción, en el fondo tan similar a la marxista (debajo de cada revolucionario siempre hay un recio puritano), es que si el consumismo es la apropiación de lo que no nos es necesario, siempre ha existido y no es exclusivamente capitalista. Por ejemplo; necesitamos comer, pero ¿cuanto es comer más allá de lo necesario?, Sí una persona muy pobre que solo puede comer tortillas con frijoles se le antoja comer tres tortillas en vez de dos ya es consumista. Y si alguien quiere ir al teatro, ¿realmente lo necesita?, Si va dos veces al mes ¿ya es consumista? ¿Necesitas dos pares de zapatos?, ¿Por qué de diferentes colores?, ¿Cuántos calzoncillos necesitas?, ¿Cuántos libros necesitas leer al mes?, ¿Por qué no decidir cual es el mejor libro y entregar un ejemplar a todo el que quiera?, ¿No es eso lo más racional?

Para distinguir el consumo válido del consumismo habría que definir con criterios objetivos todo aquello que las personas necesiten, El problema es que la necesidad es subjetiva en gran medida. Podemos concordar en que todos tenemos las mismas necesidades fisiológicas (necesidades objetivas), pero no por eso todos deseamos satisfacerlas de la misma manera, más aun, existen una gama de necesidades no fisiológicas aun más complicadas de medir objetivamente si se encuentran satisfechas, como lo hicimos con las tortillas del ejemplo anterior (podemos contar tortillas o kilocalorias), pero, como medir los satisfactores emocionales?. El hecho es que cada quién busca satisfacerse de maneras muy variadas. La pirámide de necesidades de Maslow describe una jerarquía de necesidades bastante popular, en base de la pirámide; las necesidades más urgentes y primarias (relativas a la supervivencia) en su punta las menos urgentes y secundarias (relativas a la felicidad). En la base están por supuesto las necesidades fisiológicas comida, agua, aire. Luego las necesidades que tienen que ver la seguridad, refugio, protección. Más arriba las necesidades de aceptación social, amor, cariño, respeto, pertenencia. Más arriba las necesidades de autoestima, autovalía y en la punta de la pirámide la realización personal, que tiene que ver con realizar nuestras potencialidades, algo que ya nada tiene que ver con nuestra superviviencia y por tanto son muy difíciles de medirse empíricamente.

El consumidor en realidad no compra aquello que considera que no necesita. Son otros, los moralistas del consumo que hemos descrito, quienes juzgan su comportamiento como vicioso y hasta maligno. Pero para una persona su refrigerador lleno de comida que no podra comerse le satisface un deseo de seguridad por ejemplo. La ropa fina puede satisfacer la necesidad de vernos bellos y deseables. Un auto potente y lujoso puede satisfacer una necesidad de autoestima de un hombre impotente y desafortunado. Un coleccionista de música se siente realizado con consumir y poseer mucha más música de la “necesaria”. Tal vez podemos convenir tu y yo que tal caballero no necesita en realidad un auto todo terreno con un motor de ocho cilindros, así también podríamos convenir que podemos vernos bellos usando la misma camisa todos los días pero, el problema es ¿quién tiene derecho a decidir que necesidades son reales y cuales no?

¿Qué contestar a quienes critican el fetichismo del objeto comercial? A mi modo de ver criticar tal cosa es exigirle demasiada racionalidad a las personas, lo cual es más bien no conocerlas en absoluto. Asignarle a los objetos funciones en la comunicación y situarlos simbólicamente se encuentra presente en todas las culturas del mundo. Solo basta echarle una ojeada a los estudios antropológicos que han señalado como el fetichismo del objeto es una forma cultural normal que ayuda a la gente a hacer más inteligible el mundo. Esto es visible en la forma en que se usan objetos de consumo para diferenciarse o asemejarse a otras personas. Quiénes denuncian estas cosas como aberraciones propias del capitalismo, quienes desaprueban, por ejemplo, que los jóvenes se vistan de tal manera como búsqueda de identidad, deberían criticar también a los indígenas americanos y sus formas de diferenciarse de una etnia a otra a través de su ropa (¡aborígenes superficiales!, ¿De veras necesitan tantos accesorios coloridos?). Se podría exigir a las tribus indígenas que se vistan de la misma manera debido a que eso resulta más racional. Parece una exigencia absurda, pero nomás habría que recordar los horrendos uniformes del horrendo comunismo chino, que eran eso sí muy racionales. O los panes perfectamente racionalizados de la Cuba de Castro, ¿quien puede necesitar más?

Y conste yo no alego que no se puedan jerarquizar las necesidades o que no haya nada de criticable en consumir por la necesidad de afecto, por ejemplo, solo digo que imponer criterios para definir lo que son “necesidades reales” (las necesidades sentidas son reales) o esperar que la gente sea absolutamente racional y que no otorgue ningun valor simbólico a su compra es un error. Aun más yo pienso que cada quién debe tener el derecho de consumir a placer y “entregándose al materialismo” si así lo elige según su libertad y sus apreciaciones subjetivas. Como he dicho en mi primer ensayo un verdadero liberal acepta la posibilidad del mal. Acepto que cualquier persona se entregue al consumismo, si así lo decide y que se droge, mutile su cuerpo o haga cualquier cosa con su libertad, excepto afectar a otros.

Conclusión.

¿Qué objeción pongo yo al consumismo?, ¿Por qué el consumismo no es cool?, aunque admita en forma comprensiva que la gente intente llenar su vacío interior comprando cosas?, La objeción es que el placer involucrado en la compra es, como señalan sus críticos, efímera, la persecución de cosas nos pueden dar cierta compensación pero no nos hace más felices, ni otorga significado a nuestras vidas, como podría hacerlo, digamos, la lucha por una causa justa o la búsqueda espiritual. No hay que tirar sermones culpabilizantes contra el consumismo (ese no es el mal sino el síntoma del mal), sino promover que cada quién haga un ejercicio de conciencia acerca de su vida (que pasa por entender la sociedad en que vive), sus necesidades y como satisfacerlas. Lo más cool es necesitar menos, multiplicar nuestras necesidades nos empobrece (como alguien comentaba en otro ensayo) y no hay nada más patético que el pobre infeliz del yate de tres millones.

Paz a todos y felices compras ja ja ja.

Texto agregado el 12-06-2008, y leído por 276 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
13-06-2008 ... asombroso, tanto la 1ª parte como la 2ª destilan seriedad. Puede que no se esté de acuerdo, pero está bien planteado. Saludos. nomecreona
 
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