Tailandia
Los días que estuve en Nepal, hizo calor, pero era un clima agradable. No fue agobiante. Pero en el momento que el avión me dejó en Bangkok, creí entrar en una sauna. Los cuatro días que estuve en ese país, la temperatura no bajaba de los 34 grados, y la humedad era del 75 por ciento. Y es la humedad que crispa los nervios.
Claro los habitantes de ese país están habituados al clima, aunque el guía que me llevó a todos los lugares me dijo que tanto calor en Marzo no era habitual. Recién en verano que ahí ya comienza en Mayo las temperaturas son altas, hasta llegar fácilmente a los 45 grados.
En todos los puntos turísticos había nativos que vendían agua embotellada (otra no se debe beber cuando se es turista) y abanicos. Había una muchacha tailandesa que quiso venderme a todas costas abanicos. Puso un precio y al yo negarme porque no los necesitaba, ya que tenía conmigo uno que había traído de casa, subió la oferta y en vez de uno solo me daba dos por el mismo precio. Al seguir yo con mi negativa de hacer negocio con ella, subió la oferta a 3 abanicos por el mismo precio. Aunque no los necesitaba, se los compré, pensando que eran lindos regalos para amigos. Pero le dije al guía que le trasmitiera a la muchacha que ella me venció.
El Palacio Real es una maravilla. No hay palabras para describirlo. Todo cubierto con láminas de oro y piedras semi preciosas ya que Tailandia tiene minas. Lógicamente que saqué fotos, pero en ellas no se ve la realidad que deslumbra.
Lo que me asombró fueron las fotos del rey en todas partes. En carteles en la calle, pintado en edificios, delante de oficinas gubernamentales. No solamente de él sino también del resto de la familia. Pensé que era muy ególatra ese hombre..
El día que tenía libre me topé con un periodista que ya hace muchísimos años que vive ahí, y me comentó que si uno habla mal del rey, o tira una moneda al piso que tiene su imagen delante de un policía, termina en la cárcel. Y esa confidencia me la dijo en voz baja habiendo mirado primero a su alrededor por si acaso había uno cerca.
Cada cual elige el país en donde quiere o puede vivir, yo no viviría ahí por nada. Primero por el clima y luego por la poca libertad que hay en ese país cuando se refiere a su rey.
Fuera de eso, el periodista me aseguró que si quería salir de noche, lo podía hacer sin ningún peligro de ser robada o molestada. Que se respetaba al turista. Y que yo era turista se veía claramente. Era una mosca blanca que sobresalía del montón.
El otro día que tenía libre en la tarde, fui a un shopping donde solamente en cinco pisos se vendía artículos electrónicos de cualquier clase, tamaño y marca. Es un lugar enorme donde fácilmente uno se pierde y yo lo hice varias veces, cuando quise volver a un local que había visto al pasar.
Los tailandeses son muy amables como el resto de los habitantes de los otros dos países que visité, Nepal y China. La comida parece ser el disfrute principal de ellos, ya que se vendía en la calle y a toda hora se veía personas sentadas comiendo algo. Y luego los típicos negocios que ofrecían el famoso masaje tailandés. Pero siempre declinaba la oferta cuando los ávidos masajistas me lo ofrecían.
En otro momento voy a relatar mi paseo en un elefante y la bufanda viva llamada Charly.
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