Se trata de un espía que vigila mis pensamientos, mis palabras y mis actos. Se trata de una instancia de mi psique que alumbra donde está aparentemente oscuro, que indaga en los rincones y que saca a la luz mis miedos más profundos.
Es el agente endógeno, el silencio que subyace, el yo que analiza los procesos internos. No se trata de un ente, es un flujo rítmico que dibuja en mi consciencia el camino que he de seguir.
Cuando pienso de manera equivocada aparece para hacerme dudar, cuando hablo de un modo poco cuidadoso me hace notar el error, cuando actúo sin hacer caso al corazón siento en el fondo de mi ser que estoy yendo por otro lado.
Es la fuerza centripeta que induce a la trascendencia, es el amor, la solidaridad, el altruismo, y muchas otras virtudes que representan nuestros altos ideales, y que se conjugan en algún concepto vanal.