Cuando el orgullo se hace polvo y el amor un verdadero delirio, he aquì el cuerpo de mis delitos.
Puedo sentir como mi alma vuelve de un viaje astral, miro las paredes que son testigos de tanta desvergüenza y una ventana enmarca aquello de lo que me olvide.
Cuando pasa el estado de inconciencia y el mundo observa mis pasos llega mi pudor.
Y junto a mi, el cuerpo de mis delitos recostado bajo los rayos del sol,
intento cubrir mi cintura y al mismo tiempo siento que le robè un angel a Dios.
Creo que nada es igual, me paro frente al espejo y aunque mi rostro es el mismo, ya no lo siento asì.
El cuerpo de mis delitos duerme y yo paseo desesperadamente con la angustia corriendo por mis venas.
Me muerdo las uñas y empiezo a sentir la humedad de unas lagrimas en mi cara. Ahora la culpa me envuelve mas que estas sábanas, pero veo su sonrisa y mis ojos briilan como nunca; con pasos desnudos se hacerca y mi piel florece al tacto con la suya.
Y con un simple beso me olvido de la verüenza, el pudor, la culpa y el error.
Nos volvemos a tener tantas veces que el mundo hasta cambia de estaciòn, a ojos cerrados reconozco su piel y a cada toque parece haber sido hecha para mi.
Y gozo tanto cada instante, cada centrimeto de su ser; cuando el reloj me despierta y me doy cuenta de que estoy sola y sigo intacta. Maldita sea, como necesito al cuerpo de mis delitos.