Había frío en aquella oscura y antigua casa, ella estaba sentada junto al fuego y una tetera hirviendo; parecía estar lejos en un mundo donde solo ella podía entrar. Sus ojos oscuros estaban perdidos en el vacío. Una mosca se paró en su boca, con una mano la espantó y en sus dedos se quedaron restos de sangre roja y tibia, a ella pareció no importarle y siguió con su abstracción. Su nariz y su boca sangraban. Un rayo de sol entraba por el techo y hacía brillar el polvo. Una polilla revoloteaba anunciando el atardecer. ella se levantó de la silla y caminó hacia la puerta, al abrirla rechinó. Tomó un lavatoriocon agua fresca y se lavó la cara, pudo ver como la sangre tornaba rosada el agua. Dejó de sangrar. En eso la voz de un niño pareció hacerla volver en sí, ¡Hola mamá! gritó feliz, ella no respondió, solo sonrió y entró nuevamente a la cocina, ven a comer le dijo. Intentaba parecer tranquila y feliz. ¿Dónde está papá? preguntó el niño él no está respondió ella y su mirada volvió a perderse en el vacío, la tarde ya había caído. Quédate aquí le dijo al niño, iré a buscar más leña. En eso ella recordó cómo había comenzado todo, estaba cansada de los golpes, desde hacía tiempo lo había planeado, solo tenía que esperar el momento adecuado para su venganza y ese momento ya había llegado. Cuándo él llegó y comenzó a golpearla ella se dejó y ni siquiera gritó ésta vez solopensaba en lo que haría una vez que, como de costumbre, él se durmiera, en sus ojos deslumbraba la venganza.
Él la golpeó hasta que se cansó, pero a ella aún le quedaban fuerzas para hacer lo que desde hacía tanto había estado planeando, él buscó al niño para golpearlo también, desesperado gritaba su nombre por la casa. Pero como ella le había dicho al pequeño que saliera y no regresara hasta el atardecer, él no lo pudo encontrar y con ira volvió a golpearla y gritarle: ¡Dónde está!, ella no gritó, no lloró ni respondió, parecía no importarle nada, tirada en el suelo y sangrando se quedó largo rato, mientras él se tendía en una cama. Él se durmió, fue entonces cuando ella descargó su rabia, tomó el hacha y lo golpeó primero en la cabeza, luego en el tronco, tantas veces que su rostro quedó irreconocible y su cuerpo triturado, cuando ella no tuvo más fuerzas y casi en un trance tomó los restos envueltos en sábanas y frazadas y los llevó al cuarto de la leña. Allí los dejó, pues sabía que su hijo no entraría ahí. Luego puso la tetera en el fuego y se sentó, hasta que una mosca la distrajo y se dió cuenta de que era tarde, fue entonces cuando se quitó el delantal y se lavó, entonces cuando llegó su hijo y ahora lo recordaba todo, llevó la leña a la cocina, abrazó a su hijo y le dijo: "Yano temas, todo acabó, estarás solo un tiempo hijo, pero debes recordar siempre que tu madre te ama". El niño la miró sin entender.
Esa noche no durmió, y al amanecer salió de la casa cuidando dejar fuego suficiente para que el niño no tuviera que buscar leña, puso llave en el cuarto de leña y se fue caminando hasta la comisaría. |