Cuando todo parecia comun, cotidiano, en el transcurrir de un dia cualquiera, la vida le tenia preparada una sorpresa... ¿a quien?, a ella. el sueño de cualquier hombre, religiosa, buena para la cocina, decente, hermosa y amante como ninguna.
ese dia cuando amanecia no imagino lo que la vida le deparaba.

-¿Me das un cigarro? pregunto una voz masculina que rompio el silencio en el que estaba absorta.
-No fumo! Respondio ella con la voz llena de sorpresa.

Hablaron como amigos, por largo rato.
sin darse cuanta un beso y otro les robo el aliento.
terminaron en un hotel, de esos baratos, borrachos de tanto amarse.

Al amanecer ella estaba sola, nadie la vio salir, no se sabe aun si salio volando por la ventana con su nuevo par de alas. solo se encontro este poema rayado en una de las paredes de aquel hotel:

Las horas se tornan una leve intermitencia
Bajo tus instintos de amante furtivo
Y mis intentos de encarnar a afrodita,
Una hora que es un instante,
un instante que es un fugaz pestañeo,
que pasa, corre, vuela
y me deja colgada del menguante de la luna.

Las horas se me hacen un encuentro fugaz con el tiempo
Cuando estas perdido entre los alambres de mi boca,
Y tus labios se adueñan de mis pechos
Sellando con ligeros purpuras mi piel.
Tus manos acariciando la extensión de mi estatura
Y mis diez dedos aguijoneando tu espalda
Procurando no herirla.

Ya no se si es una hora o solo es un momento,
Bajo el influjo del vaivén de tu cuerpo
Cuando cabalgas sobre mi grupa
Y me arrebatas gemidos,
Mis poros lloran, mis uñas arañando lo prohibido,
El placer tiene ahora tu nombre
Pronunciado con palabras apenas articuladas
Suplicando que no te detengas.

Las horas son solo instantes
Estando desnuda
Enredada entre tus piernas haciendo un nudo
Mientras me fumo tu aliento,
Revolcada en tu cama entre sabanas gastadas,
Harta de tanto amarte.


Nunca nadie encontro noticias de esta mujer... pero si de aquel amante inoportuno que sigue pidiendo cigarrillos