La siguiente es una colaboración recibida en La Columna del Miércoles por alguien de esta comunidad loscuentos.net; alguien que prefirió conservar el anonimato.
Rodolfo Táriba Santaella, escritor
"Pocaterra no olvidó su origen humilde"
(Publicado en Notitarde, 17/5/2008, pag. 7) (Marisol Pradas)
Rodolfo Táriba Santaella es egresado en Letras de la Universidad del Zulia, Venezuela, con estudios de maestría en literatura venezolana. Realizó estudios de enseñanza de la lengua española, obteniendo mención Magna Cum Laude en la Universidad Cecilio Acosta (UNICA). Formó parte del grupo literario La 115 (1988-1993) en la UCV, institución que le publicó el libro Antología de Narrativa y Ensayo. Su relato “Rostros en Resaca” recibió mención de honor en el I Concurso Literario Estudiantil de la UCV. Logró mención de honor en la convocatoria de Fundarte del 2002 con el ensayo "Un Niple, la Lluvia y Tú (Retrato de una ciudad hermosa y explosiva)". A finales de este año, saldrá a la luz su poemario "Entre el sol, la calle y el exilio". Autor de cuentos, poemas, crónicas y ensayos. En la actualidad, ejerce la docencia, se desempeña como coordinador académico del área de Lengua y Literatura de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad "Cecilio Acosta", del estado Zulia, Venezuela. Mantiene en red rodolfotariba.blogspot.com.
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"Gritos por doquier
banderas manchadas
por la lluvia y la pólvora.
Una sombra se levanta
bajo un puente, en una plaza.
Un fantasma verde y calvo
pisotea charcos rojizos.
El humo anuncia la tragedia,
pero nada ocurrió;
nadie fue, nadie sabe.
Sólo los que cayeron,
sólo los que se fueron,
sólo los ausentes
salpicados por el odio"
Poema escrito bajo el nombre "Abril 11" de Rodolfo Táriba Santaella.
Rodolfo Táriba vino a Valencia, Venezuela, ciudad en la que nació hace más de cuarenta años, invitado por el Gobierno Bolivariano de Carabobo, a través de la Secretaría de Cultura y su dirección para el Desarrollo de las Manifestaciones Artísticas y Servicios Bibliotecarios, a dictar un grupo de talleres. Estará hasta el día de mañana enfocando su labor en encuentros de narrativa y formadores de promotores de lectura. Aunque ambos son importantes, el segundo corresponde a la necesidad armónica de generar espacios de reflexión sobre la importancia de la lectura, ofreciendo una visión amplia del acto de leer, la valoración de la lectura como práctica individual y social, la construcción de estrategias para el fomento de la lectura entre jóvenes y adultos, así como el desarrollo de la vinculación afectiva con el oficio de promotor. También, brindó una tertulia sobre la vida y obra de José Rafael Pocaterra en los espacios del Ateneo de Valencia.
P - ¿Por qué es importante hoy más que nunca fomentar la lectura?
En un momento en que la tecnología ha sustituido lo que es el proceso lector y el placer de la lectura; vemos que nuestras bibliotecas no son visitadas; el libro como objeto físico, como instrumento de aprecio y como obra de arte, si bien no ha desaparecido, su tendencia es convertirse en una pieza de museo. Incluso, el papel de la biblioteca, como centro de cultura y difusión del saber, se ha ido perdiendo. Ha llegado al punto de que si no tienen un “caber” o un grupo de computadoras se convierten en depósitos de libros; en museos de libros.
P - ¿Cuál es la labor del promotor cultural?
La labor del promotor cultural, como tal, es acercar a las personas a las bibliotecas, yendo mucho más allá del simple acto lector. Aun cuando en Valencia hay una buena red que se ocupa de su labor y hay mucha tradición en cuanto a las visitas a estos lugares, hay que trascender las paredes del repositorio. Que el libro llegue a las comunidades, que se realicen talleres y que el promotor llegue con el libro en la mano. Como decía Jorge La Rosa, un escritor argentino: "dar a leer". Tratando de rescatar la figura del libro, del cuentacuentos (la primera raíz de lo que serían las tradiciones y leyendas de todos los pueblos). El promotor de lectura debe convertirse en apóstol del libro.
P- ¿Por qué regresar a Pocaterra?
Tengo un compromiso emocional muy grande con Pocaterra desde pequeño; primero, por haber estudiado y leído mi primer poema en la casa donde él nació, la antigua escuela "Miguel Peña", en la calle Anzoátegui con Colombia. La última vez que la visité estaba en muy mal estado, a pesar de que la habían decretado como patrimonio cultural. Después del compromiso emocional, considero que Pocaterra es un hombre de transición, un escritor que a pesar de todo lo que sufrió, como prisionero político en la Cárcel La Rotunda, en Venezuela, fue un hombre que pudo convertirse en otro miembro de la Generación del 28 o un escritor al servicio del Estado, ya que se dedicó, profundamente, a lo social. No olvidó sus raíces, su origen muy humilde y cuando enseña su obra no proyecta la Venezuela postgomecista, sino al país con sus grandes carencias sociales.
Si analizamos su famoso cuento "Panchito Mandefuá", podemos ver que se hace una oda a la niñez abandonada, en un momento en que ése no era tema de interés para el colectivo en ninguna parte del mundo. Siempre, hay un componente social en Pocaterra, más allá de la técnica narrativa y de lo que han visto otros críticos en cuanto a lo grotesco, en cuanto a la imagen semiótica de la imagen de sus escritos. Ese contenido social muy poco se ha estudiado.
P- ¿Hubo hacia Pocaterra una conexión hacia la ternura?
Tiendo más a lo oscuro que a lo tierno. Tiendo más a la oscuridad que a la ternura. En Pocaterra hay ese sentido, enorme, a la compasión al prójimo que poco se ve en la literatura venezolana y en escritores de su tiempo. Si observamos otros escritores como Gallegos, la obra de éste, es el eterno enfrentamiento con la barbarie, pero en Pocaterra no hay esa búsqueda del enfrentamiento como tal. Me acerco a él a través de su preocupación por el necesitado; por el otro, o esa proyección por el otro.
P- ¿Cómo es esa proyección por el otro?
El escritor siempre es muy egocéntrico y si somos poetas más todavía. En el caso del narrador, casi nunca lo es. El poeta es exclusivo, escribe en primera persona; el narrador, casi siempre, trata de proyectar las vivencias y emociones del otro. Trato, en mi poesía, de proyectar personajes del exterior, de la carretera, de la copera de un bar. Generalmente, el poeta siempre es "yo": "Yo" y mi sufrimiento, "yo" y mi dolor. Hay que proyectar las emociones y el sufrimiento de los demás.
P- ¿Alguna identificación con los poetas llamados oscuros?
Con Baudelaire y Rimbaud, los llamados "poetas malditos" en mis tiempos de estudiante de letras en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Siempre hay como una marca, pero no tengo identificación plena con nada. Todo poeta anda buscando su propia voz.
P- Poetas que también cargaron con mucha rabia por injusticias sufridas... ¿Cuál es la rabia actual que siente en Venezuela?
Los que tenemos más de cuarenta años, somos personajes de transición. Asumimos nuestra madurez y crecimiento laboral, profesional, personal en otro sistema y, por supuesto, son muchas las rabias que quedan en el camino. Estamos como navegando entre dos aguas porque, si bien tenemos un compromiso social desde el punto de vista laboral y artístico, sentimos que quedan muchas cosas por hacer.
*En algún lugar de Venezuela
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