Canto LXXIII
Cavalcanti
Correspondencia republicana
Y después dormí
y al despertar en el aire opaco
vi y sentí
y lo que veía me pareció andar a caballo,
y sentí:
“No me place
que muera mi raza
enfangada en la vergüenza
gobernada por carroña
y perjura.
Roosevelt, Churchill y Eden
bastardos y hebreuchos
ávidos y embusteros todos
y el pueblo exprimido en todo
e idiota!
Morí en Sarzana
espero la diana
del desquite.
Soy el Guido que amaste
por mi espíritu altivo
y la lucidez de mi entendimiento.
De la Cipriena esfera
conocí el fulgor
ya cabalgando
(nunca postillón)
por la vía del Borgo,
es decir,
la ciudad doliente
(Florencia)
siempre dividida,
gente ligera y enfadosa,
raza de esclavos!
Pasé por Arimino
y hallé un espíritu valiente
que cantaba como encantado
de gozo!
Era una campesinita
algo burda, pero bella
que iba del brazo de dos alemanes
y cantaba,
cantaba amores
sin necesidad
de ir al cielo.
Condujo a los canadienses
al campo minado
donde estaba el Templo
de la bella Ixotta.
Caminaban de cuatro o cinco
y yo codiciaba
aún el amor,
pese a mis años.
Así son las jóvenes
en la Romaña.
Llegaban canadienses
a “expulsar” alemanes,
a arruinar lo que restaba
de la ciudad de Rimini;
preguntaron por la calle
hacia la Vía Emilia
a una joven
una joven violada
poco antes por esa canalla.
- Bien!, bien!, soldados!
Ésta es la calle.
Vamos, vamos
a la Vía Emilia!
Con ellos proseguía.
Su hermano cavó
los hoyos para las minas,
hacia el mar.
Hacia el mar la joven,
algo burda, pero bella,
conduce a la tropa.
Qué brava niña, qué brava muñeca!
Daba un melindre
por amor puro,
qué heroína!
Desafiaba a la muerte
conquistó la suerte
peregrina.
Algo burda, pero no tanto,
logró la meta.
Qué esplendor!
Al infierno el enemigo,
veinte muertos,
también la joven
entre esa canalla,
a salvo los prisioneros.
El valeroso espíritu
de la muñeca
cantaba, cantaba
encantada de goce,
entonces en la calle
que lleva hacia el mar.
Gloria de la patria
Gloria!, gloria!
Morir por la patria
en la Romaña!
Los muertos no mueren,
regresaré
del tercer cielo
para ver la Romaña,
para ver la montaña
durante el desquite,
qué bello invierno!
En el septentrión renace la patria,
Pero qué joven!,
qué jóvenes,
qué jóvenes,
portan
el negro!”
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