Porque el perfume de tus besos abandonó los míos,
Colmando de soledad la estancia de mi existencia,
Llenando de nubes el atardecer de mis días,
Cubriendo de noche la pena caída.
Extraño tu sonrisa, tu pelo, tu piel, tu todo,
Desde el aire que respiras quedando a la deriva,
Y tu mirada, esa mirada grácil, melosa,
Hasta la más leve de tus caricias.
Desde que el perfume de tu piel no está conmigo,
Te extraño, tan solo te extraño infinita,
Como la lluvia precisa de la noche,
Para llorar a escondidas.
Te necesito, simple, dócil, eterna,
Porque mi respiro está a la deriva,
De tus besos que ahogan mi soledad,
karma al que me debo resignar.
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