De padres e hijos
la caridad cristiana
los delata
es la sorna de cadáveres
levantadas las piezas
movidos los huesos
la vida en común final
todos peleando por un lugar
para acabar igual
en el mismo foso.

No se deja nada que no se lleve antes
la revisión de ladrones
ahora los sepultureros
luego los gusanos;
siempre alertas
verificando las lápidas
fecha y hora exacta
deceso certificado
con discursos lúgubres oscuros
papel manchado monócromo
la lluvia de lágrimas
la bendición
la bajada
y el inicio de otra vida.

Oremos bajo el almendro
mientras apoyo la mano en el bastón...
Aún me gusta el sol de invierno.