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Inicio / Cuenteros Locales / cintia-bermudez / ¿Lo dejamos ahí?.

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El gran escenario está casi vacio,
despojado de elementos.
Solamente hay una mesa con una computadora encendida, mas unas pocas sillas para sentarse, ocupadas por dos seres enamorados que laten al compás de un mismo corazón;
y que se propinan besitos santos pero de ha mucha cantidad.
Un pelotón de fusilamiento irrumpe la escena,
pareciera para hacer cumplir con una orden divina de eliminar al Romeo,
debido a que su amada es un angel venido expresamente del cielo para cumplir con la única misión de ser feliz de verdad
(puesto que, sin escepciones, a cada profeta de los diferentes confines y épocas que han arrivado hasta la fecha al planeta se los ha tratado para la mona o como a unos piratas indeseables);
por eso de ninguna manera, en esta linda nueva oportunidad, ella puede disfrutar de la existencia,
estando como engañada al lado de un pelagatos que no vale ni cuatro pelas.
Entonces el general dio la orden de "no disparar" hasta que el condenado dejare de pronunciar palabra, o quedase mudo atrapado en un silencio indefinido. Aunque repito, Dios quiere conocer cuanto vale este tipo puesto que el pescado por la boca muere.
Quique lux: (a los pies del cadalso)
Idiologicamente hablando lo poco o mucho que podamos tener escondidito de sentimientos liberales o de pensamientos de políticas de derecha (como se suele asignar cuando se indica a esa idiología de la clase mas pudiente)
ignoro lo que ustedes opinaran, aunque les adelanto que por mi parte trato de no comprometerme demasiado con los grupos sociales que existen, decía, se lo debemos al gorila de Bernardo Neustad; notable periodista que falleciera recientemente en el propio día del mismo.
Y que acompañara (señalando al pelotón) vuestras vidas por décadas trantando de explicar y de hacer creíble dicha idiología que seguramente aun les pertenece.
Yo cuando nací las civilisaciones estaban desde hacía bastante tiempo ¿no les parece?
despues a lo largo de mí vida concidero que no he insidido demasiado en nada de lo aconteció,
tampoco tengo herencia que cobrar,
por lo tanto entiendo al mundo,
como una habitación ajena que óbvio no me pertenece y que por ende siento que soy una visita que debe de comportarse educadamente.
E inclusive opinando tengo que sostener la lengua.
Luego el actor, aterrado, pero aun concervando la lucides mental, dirigió sus sinceras palabras hacia su amada Cintia Bemudez (que al mismo tiempo que este loro intenta escapar de la holla hirviendo,
esta siendo fuertemente sujetada por un militar).
Estando contigo a tu lado, es la primera vez que siento que puedo llegar a ocupar por fin un espacio mío. Continuo diciendo el condenado sin mediar pausa ni respiro.
Y hasta dejar poblada la tierra con gente de mi sangre. Aunque, pero, pensandolo bien,
quizá sí alguna vez halla penetrado la selva,
y por ello meresca la muerte.
No tengo con que quitar la sarna del perro,
¿pero sabes Cintia? La vida nunca podrá opacarnos como la piel que se pudre ni aun muriendonos con mil disparos en los cuerpo que gustosamente felices compartimos.
De repente, sin que médie una lógica entendible,
los actores del pelotón de fusilamiento hicieron mutis por el foro, marcando en la marcha pasos como de gansos o de pinguinos.
La escena volviose a quedar con solamente la pareja de enamorados al frente,
pero ahora asistiendose de auxilio las necesidades más urgentes como para componerse del mal momento vivido; más la computadora encendida, mirando a caja frente a un espejo que ofrese un rebote, pero detrás de las dos sillas anteriormente utilisadas que dificultan a medias la visión de algunos espectadores de la primera fila.




Texto agregado el 08-06-2008, y leído por 145 visitantes. (1 voto)


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