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Inicio / Cuenteros Locales / mitkathena / De putas, cigarros y cuecas

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Oye resulta que la ultima vez que lo vi se veía hermoso, no como los hombres comunes, se veía diferente, como alguien que tenía mucho que decir, pero sin palabras. Vestía una chaqueta negra a rallas, unos jeans azul grisáceos, camisa blanca y unos zapatos de piel de cocodrilo grises y puntudos, sin duda se veía hermoso, más allá de lo que la palabra signifique así lo sentí al verlo entrar.
En ese momento quise ser puta, y aunque parezca raro, quise serlo, para tenerlo en mi cama y saber que se sentía poseer su cuerpo, quería ser puta, y trasladarme unos años, donde la cueca se bailaba entre putas y marinos mal agestados. Lo vi bailar y hasta me pareció tierno, y mi mente mandé a volar, y me imaginé en Valparaíso, en el puerto, ese antiguo, ese donde las putas se agolpaban en las puertas a esperar marinos calientes de los barcos. Me imaginé yo esperando a ese moreno, me lo imaginé de sombrero, sombrero negro, mirada profunda y hasta un diente de oro, que me miraba a mi, y yo me veía más flaca, toda cubierta por un vestido corto con lentejuelas, me veía linda, con el pelo tomado, me decían la Rusia y todo el tiempo, el moreno del diente de oro llegando a puerto me iba a buscar. Me había vuelto puta por tener plata, pero en ese momento, cuando lo veía, sabía muy bien que por mi venía, entonces lo esperaba, toda linda, bien pintarrajeada, con el cigarro en la boca, en mi gran boca roja, riendo a carcajadas pues sabía que venía por mi.
Después me quedaba pegada, mirando como bailaba, volvía otra vez al ahora, donde lo veía bailar con esa otra tontorrona, veía que movía el pañuelo, como se lo pasaba por el cuello, como lo alzaba al viento, girándolo de paso en paso, mientras que con los zapatos puntudos, se movía a cada lado, llegaba a dar gusto, jamás lo había visto bailar pero no pude dejar de mirar, me dio rabia no ser yo la que con él bailaba, de haber sido puta, unos 30 años atrás, lo habría tenido, de él haber sido el marino. Mandé a volar la mente de nuevo, volví a la escena donde me había quedado, yo de puta linda y el de marino, bien lindo, bien moreno, con el diente de oro y el sombrero negro de lana. Me lo imaginaba cruzando el umbral de la casona, las paredes rojas, como la sangre, con alfombras viejas también medias rojas, con una pianola al fondo, con un viejo que canta canciones viejas, acompañado de dos chiquillas más, que no se revuelcan con nadie, porque una guitarrea y la otra le da a un pandero con el dedo humedecido de vez en cuando, mientras una mujer gorda de tetas blandas y airosas aparece de la nada a saludar a mi marino moreno, y él le extiende los brazos como quien ve a una querida amiga acercarse y hablarle fuerte “¡esta noche vengo por mi Rusia, como siempre!” y agarrándole el culo a la doña, arma un griterío y ella finalmente me llama: “¡¡Rusia, Rusia!!, ¡¡ven pa’ ca cabra lesa que el señor te está buscando!!” y yo iré a cumplir, pero iré contenta, porque lo estaba esperando y él querrá bailar conmigo una cueca, antes de subir a hacer su asunto y de tomarse su vino navegado y la querrá bailar conmigo, con la Rusia, con la puta linda de cuerpo rosado.
Pero cuando ya me estaba fijando, el otro tonto, no bailó nada conmigo, yo me fui afuera a fumarme un cigarro, y lo miré bailar otra cueca, pero con una niña de más cerca. Quizá quería bailar conmigo, pero yo de volada me fui con mi sueño a otra parte, y me vi bailando con él pero en otro lado, mientras me fumaba un cigarro.
Mientras las otras putas aplaudían yo bailaba con mi marino diente de oro, que se habría la chaqueta, para que se viera su galanteo, y yo toda coqueta, me movía como quería, total se bailaba a mi antojo, mientras él bailaba y me pedía entre zapateos que lo mirara. Quizá quería un beso, o quizá me quería cerca, pero en ese caso, yo era puta, y no había quien de ahí me moviera, ese sueño había escogido, el de ser puta, para que me sacara a bailar y las putas no se enamoran, las putas bailan coquetonas, cantan desafinado y gimen sin placer, y aunque quisiera no podía besarle, porque no era mío en serio, porque yo misma había pedido soñarme puta, para poder bailarme una pata de cueca con él y no para besarlo, no era la de siempre, en cambio yo era la Rusia y el mi moreno y despierta no era más que la que sentada al frio se fumaba un cigarro, con el placer de verte bailar a lo lejos, pensando en putas cigarros, cuecas y en esa pata que nunca he bailado

Texto agregado el 08-06-2008, y leído por 684 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-08-2008 mmm bueno rextanaka
10-06-2008 Está bien estructurado, los tiempos bie hilados y mantienes la atención del lector. La idea principal me pareció interesante, me hiciste recordar el dicho " y todas querían ser reinas" jajajjajaa, Mas de alguna vez todas las personas tienen ese bojeur de tratar de pertenecer "al lado oscuro" Bien, me gustó tu trabajo, estrellas, abrazos y saludos desde Iquique Chile. esposo_de_mitsy
10-06-2008 chévere y folklorico, araca la cana vienen por mis botas ErnestVLuna
10-06-2008 El poder de la música, en este caso de la cueca, llega a emocionar de tal forma que deseamos cosas que en otra situación talvez ni siquiera nos llamaría la atención. Saludos toko
08-06-2008 Me gusto, bien narrado. soledad333
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