"... y parado frente al gran ventanal mira como la tormenta alo lejos se acerca. Barriendo techos, arrancando los árboles de cuajo. Medita cómo en verdad son realmente pocas las cosas que en la vida importan.
Vuelve su vista a la sala, lo contempla a su niño jugando, lejano a la fragilidad de su vida. Le sorprende hallar, en ese momento, una compasión tan grande, un amor tan intenso a pocos pasos del gran desastre.
La mira a su mujer y no siente lastima, o no por ella, no se aman y hace mucho, y puede que mueran juntos si la tormenta no los lanza lejos.
Le viene un súbito impulso, ¡agarrar a su hijo y correr, salvarlo y salvarse!.
Pero vuelve a mirar por la gran ventana, solo hay algunas nubes, y un viento que puede ser suave.