Déjame decirte te amo
Giselle era una joven que vivía en un precioso barrio de New York.
Estudiaba duro para recibirse de depiladora y poder independizarse económicamente.
Vivía en una pensión que pagaba con el sueldo de sus padres.
Le salió un trabajo en Kentucky, se decía que era la ciudad de los millonarios.
Un lunes a la mañana, se vistió y fueron con su amiga Clara a ver el anuncio.
Las estaba esperando un hombre desagradable: gordo y barbudo, fumaba excesivamente y el local estaba lleno de humo:
– ¿Qué quieren?- con tono de queja
– Estamos aquí por el anuncio para depilar
– Tienen que hablar con mi hija Sara
– ¡Sara!- le grita con fuerza
– ¿Qué quieres?- enojada
– Dos chicas quieren trabajar
– No puedo ahora, estoy lavándome el pelo, diles que regresen más tarde
– Ya escuchamos
– No vale la pena
Salía corriendo Sara:
– Disculpen a mi padre- secándose el cabello
– Está bien, pero, ¿es cierto lo del aviso?
– Sí, nosotros vivimos al lado, tienen que arreglarlo y modernizarlo
– Estamos bien de gastos
– Vengan mañana a la misma hora
– ¡Gracias!
El segundo día fue más agotador porque tuvieron que armar el equipo y preparar el salón:
Entraba una chica llamada Magdalena de apariencia refinada:
– Quiero que me hagan bozo y pierna entera
– Está bien
– Bien, la cera ya está lista
Después de media hora llega su hermano Walter:
– Vamos que nuestra madre nos está esperando, tenemos visitas
– No me apures, ya casi terminamos
– Bien, puedes vestirte tranquila
– Perdona a este animal
– Está todo bien
El martes a la tarde caminaba a un bar para tomar un café con su socia, se encontró con él, tenía una apariencia desprolija, estaba drogándose con unos vagos.
Ella enseguida dirigió la mirada hacia otro lado.
– Me preocupa
– ¿Por qué? No es asunto tuyo
– Sí, la droga poco la tolero
– Olvídate
– Hace daño, te acuerdas lo que me costó a mi salir adelante
– ¡Es parte del pasado!
Un día en el laburo intentó advertirle a su hermana y terminó tratándola de demente.
Cada vez que se iba lo observaba con esos chicos, hasta que una noche intentaron apretarla, afortunadamente se deshizo de ellos.
Se le apareció en forma repentina Walter, fumando en un teléfono público:
– Tus amigos, me intentaron pegar
– No puede ser, son muy mansitos- riéndose
– Y, ¿tú qué haces?
– Yo te he visto vigilarme
– Lo lamento, quiero ayudarte- la toma bruscamente del brazo
– ¿Por qué?- le grita
– Porque yo pasé por eso
Los ojos de Walter empezaron a quebrarse al ver el llanto de Giselle.
El miércoles fue al local a verla. Las miradas eran más intensas.
Le preguntó por qué y ella no supo qué decirle:
– Sé qué es difícil hablar de eso
– Gracias por querer ayudarme
– No hay problema- le da un beso en la boca
– ¿Y eso?
– Me parece que detrás de ese tipo de hierro hay un hombre con todas las letras
– Yo no quiero saber nada con nadie
– ¿Te importa más la marihuana que el estar recuperado?- lo suelta violentamente
Depilaba y no dejaba de pensar en aquella situación, porque cuando lo besó sintió una revolución por dentro:
– ¡Giselle!- le grita la clienta
– ¿Qué?
– Me estás quemando
– Lo siento
– ¿Qué te pasa?
Decidió ir a hablar con Magdalena, su hogar era una cosa lujosísima.
Tenía unos jardines impresionantes con figuras de animales.
Una pileta enrome y profunda.
Se quedó boquiabierta.
Cuando ingresó escuchó gritos de pasión y se fue asustada.
Un anochecer fue a bailar con Clara y Sara, habían dos muchachos que estaban intercambiando cigarrillos, y golpearon a un pibe.
La policía se los llevó a la carcel.
En el cuarto de Giselle estaba Walter llorando:
– ¡Walter!
– ¡Giselle por fin!- las miradas eran profundas
– ¿Qué te pasa ahora?
– Quiero decirte algo importante
– ¿Qué?
– Hablé con mis padres, no me oyeron
– ¿Magdalena?
– Tampoco, pensé que vos
– Dilo
– Conseguí el número de un lugar donde hay psicólogos y personas recuperadas que dan consejos y brindan apoyo a los que empiezan un tratamiento
– ¿Te recuperarás?
– Por ti
– No, por ti mismo, es tu salud no un auto caro
– Tú me abriste los ojos, creo que me ayudaba a llevar una vida de apariencia
– Me lastimaste
– Es que soy una bestia, es herencia- le rompe la boca de un beso
– ¿Qué?, ¿Sentís igual?
– Yo no te quiero, somos de clases sociales distintas
– Me gusta una depiladora de clase media que cuando siento su piel junto a la mía mi corazón flota entre nubes y la oscuridad desaparece por completo
– No podemos- y lo vuelve a besar con mucha pasión
Luego de varios años de tratamiento pudo rehabilitarse y formó una familia con su esposa Giselle.
FIN
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