Inicio / Cuenteros Locales / GIULIANO / PARABOLA DEL REY VERINGO
Hace muchísimo tiempo reinaba en un territorio de fábula un soberano currutaco y cascarrabias a quien los cortesanos de los reinos vecinos llamaban entre carcajadas "el rey veringo".
En la tierra de nadie del Rey Veringo copistas, amanuenses, gacetilleros oficiales, bardos, juglares, saltimbanquis, trovadores, bufones palaciegos e incomunicadores antisociales, con patético y fingido entusiasmo entonaban al unísono una letanía altisonante, ubicua y ensordecedora sobre el impecable atuendo del Rey Veringo.
Con frecuencia los aldeanos que no andaban como zombies o muertos en vida en un estado de trance hipnótico inducido por la algarabía permanente de los copistas y los capataces, despedazaban a pellizcos a los miembros del coro que se atrevían a incursionar por los territorios donde sólo alcanzaba a llegar un vago e ininteligible rumor sobre el maravilloso "aliño indumentario" del Rey Veringo.
Entonces el Rey Veringo regañaba con atávica voz de arriero de mulas y tono de prócer de las guerras si viles de la Patria Bobalicona a los miembros del coro y enviaba a los caballeros de la Orden de los Destripaterrones a despellejar a los aldeanos.
Los padres de los más destacados miembros de la Orden de los Destripaterrones se hacían merecedores a la Gran Medalla de Honor de la Regia y Benemérita Orden Real de la Cocada, principal producto de fabricación, exportación y mercadeo de la regal estirpe del Rey Veringo, cuyo padre había caído, víctima y mártir, en una de las tantas guerras de la Cocada que habían ensangrentado la azarosa historia reciente del reino.
En los dominios del Rey Veringo no se permitía mención alguna sobre los ángulos rectos o los agudos.
Por órden del Rey Veringo en su reino todos debían ser total, absoluta y completamente obtusos. |
Texto agregado el 06-06-2008, y leído por 284
visitantes. (0 votos)
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login
|