Acarician las ramas de los sauces
el techo ennegrecido de un osario
mientras los deudos rezan el rosario
y en la fuente el león abre sus fauces.
"Hijo, entre salmos quiero que tu pauses",
dice el predicador y en su breviario
lee que de esta vida en el calvario
pagas el mal que inflinjas o que causes.
"Nada se queda impune en esta vida
porque Dios no perdona y nada olvida"
dice el cura con tono amenazante.
Y en ese instante grave y plucristiano
el sacerdote juega con su mano
entre las nalgas del concelebrante.
Texto agregado el 06-06-2008, y leído por 279
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Lectores Opinan
07-06-2008
Todo un soneto en verdad. No es común encontrar trabajos de este nivel en esta comunidad, así que es un placer. Saludos. romquint
06-06-2008
jajajajajajjaa, buenísimo!! Con todas las características de tus sonetos, excelente métrica, rima e ironía al por mayor. Otro que me gustó. la_aguja