El metálico rumor y sangre que resuenan cada tanto en mi cabeza. Y el agua gigante que no me ahoga, por ahora, cada noche cuando no hay luna llena que me proteja.
La opaca claridad de la noche que envuelve ese pensamiento de final inesperado . Y el cristal ahumado con el que se envisten mis manos al pensarli.
Mi luz tiene sabor a óxido y mercurio, que se reagrupa sólo para venir a espantarme.
Ese azul secreto del pulso, que ocupa el lugar de mi ansia por ver la belleza de otros días perdidos en un pasado melancólico.
El sueño de droga y alcohol que precede a la madrugada se agolpa en mis oídos susurrando su clave, y desafía los sentidos adormecidos. Un corazón desgarrado que tirita bajo un sol frio de junio y destroza la piel para olvidar.
Ya quisiera ese alfier perforarme dos huecos en las muñecas, alimentarse de saetas escarlatas.
Ya querran las estrellas enterrarme bajo el humo del cigarrillo que fumo y crucificar mis huesos dejándome los ojos mirando hacia la nada.