No había terminado el trago cuando quedo dormido sobre la barra, la misma historia ridícula de todos los días.
Para el joven que trabajaba en el bar, le era difícil tener que limpiar, ordenar y tratar de levantar al viejo para poder llevarlo hasta su casa.
El sueño de don Santiago era poder beber todos los días sin tener que estar matándose en un trabajo y sin tener que llegar tarde a su casa a escuchar las quejas de siempre, quejas que a veces terminaban en golpes.
Así que un día se dijo;
-Si dejo de tomar tanto por un tiempo (cosas que no era nada fácil para él) podre ahorrar para poner un negocio que me dé mucho sin hacer mucho-
Pero ese no era momento para pensar; se fue al chupadero donde casi siempre iba y se dispuso a tomar como dios manda. Todavía no había hecho efecto el elixir barato cuando observaba al hijo de la dueña que bebía con unos amigos, Santiago observo que el joven solo pedía y pedía sin pagar ni un céntimo y por joder que todavía le tocaba el culo a la chica que atendía y ella en vez d enojarse se sonreía con él.
dijo el viejo
No me había dado la cabeza porque siempre que vengo casi nunca ando con ella, si ahorro lo suficiente sí que puedo poner algo mejor que esto.
Y así fue, Santiago ahorraba con mucho esfuerzo, dejaba de comprar ciertas cosas que eran necesarias para el hogar pero su mujer no le decía nada al ver como su esposo estaba dejando de beber, no quería que su esposo pusiera por excusa un reclamo de ella para continuar bebiendo.
Y como el tiempo pasa sin permiso, llego el día en que los ahorros le eran suficientes para que el viejo cumpliera su sueño
Compro un bar el cual era mejor que los otros donde terminaba solo, vomitado y sin ningún cinco, ahí las mesas si tenían manteles y consiguió unas fotocopias baratas de pinturas de Van Gogh, no porque supiera quién era el artista si no porque le parecía que las pinturas fueron hechas en un estado de ebriedad muy alta y lo más importante de todo también había contratado a una muchacha muy bonita a la que le tocaba el culo sin que ella le reclamara nada.
Entonces el viejo se dedico a lo que mejor podía hacer, tomaba con la dignidad de un gran señor, bebía con la sobriedad de 10 hombres, pero como todo el alcohol estaba su disposición era justo que los hombres que llevaba dentro de si también terminaran ebrios; no le regalaba nada a nadie, ni siquiera a sus amigos de chupa pues eso significaba para el que tendría que beber menos. Contaba sus historias verdaderas como también las inventadas hasta que terminaba como único cliente de bar donde siempre terminaba dormido para luego levantarse y seguir bebiendo su sueño.
A los 86 días que el viejo naufragaba en su mar de licor sintió un gran dolor, pero el descubrió que si bebía mucho el dolor no le afectaba en gran manera. Entonces el viejo agarro una botella, se la tomo entera y callo a suelo.
Al siguiente dia cerraron el bar, el dueño habia muerto y se habia bebido la ultima botella.
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