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Un golpe seco, bien puesto hizo que el costal se retorciera de dolor. Dos, tres, cuatro, si el costal tuviera expresión leeríamos claramente en ella que no la esta pasando muy bien. Un descarnado joven que ronda alrededor de los 16 años pone su mejor esfuerzo en detenerle el costal a Olegario. Hoy parece no ser su día. Otra vez.

Los pómulos salidos y las ojeras que todo mundo le conoce desde chico logran un efecto muy peculiar en sus ojos saltones, parece que sus ojos están en una cueva, con una ceja levantada Carlos uno de esos chavos desparpajados que les hablan de tú hasta al presidente, intenta, un poco por morbo un poco por amistad investigar si Olegario anda pegando como un campeón porque volvió a los malos pasos. Es un tema que no le gusta a Olegario, y eso lo sabe Carlos, que acostumbrado a los bruscos cambios de conversación de su interlocutor esta vez decide aplicarle la ironía socrática y esperar que Olegario se la suelte como si nada. Un leve pitido en el Casio de Olegario marca la derrota de Carlos, y acompañados de las endorfinas producidas después de un rato de boxeo regresan juntos a los vestidores.

Las casas en la colonia Arboledas 2- una colonia popular de por acá -resultan interesantes a la vista de cualquier foráneo (por lo menos la primera vez), pequeñísimas, están amontonadas una con otra como gente en el mercado, añadido esto a la sinrazón de la urbanización,( las calles están cruzadas unas con otras como en un plato de espagueti) bien podríamos comparar a la colonia con un hormiguero. Cuando uno recorre las mencionadas vías en carro, las bardas de las casas casi rozan con los lados del carro. Existe una diversidad de fachadas que bien podría ser pintoresca; unas son de block otras, de tabla roca y la mayoría de cartón; todas con una amplia gama de colores en pintura ya muy gastada.
Lo más rescatable de la colonia es “la catedral”, y es que en medio de todo el caos, la parroquia se levanta imponente ante el peso de los años y las condiciones de los alrededores. Es una construcción de los 20´s, con paredes lisas muy altas y en la parte de arriba unas decoraciones que intentan imitar un poco el estilo colonial, tiene una torre, al lado muy bonita que sigue la misma línea “colonial wanna be” y una puerta amarilla de madera tallada con unos detalles muy singulares. Si se le quisiera poner un pero a la edificación se optaría por sus colores (rosa mexicano y amarillo) pero viéndola en el conjunto, el color que podría resultar chillón no hace más que resaltar la belleza de la iglesia. Principalmente se debe a que todos los alrededores son de colores pálidos (no por elección, si no por el desgaste del tiempo a la pintura) por eso cuando uno pasa enfrente de ella, le parece que la iglesita esta viva en medio de todo lo muerto, y a más de uno le alegra el semblante. Ahora pasa un tipo con un aire solitario, el gorro de la sudadera que lleva cubriéndose la cabeza nos impide ver su cabeza rapada y su tatuaje de la santa muerte en el cuello. Se le nota cierta pesadumbre en su caminar, ya esta, su cabeza baja nos lo confirma, además cuando levantó la cara para cruzar la calle pudimos confirmar que sus rasgos: nariz ancha y corta, ojos pequeños y amenazadores y la boca -coronada por un bigotillo- torcida en una mueca de preocupación, todo esto nos indica claramente que Olegario se encuentra turbado en lo más hondo.

El trayecto a casa, después del box, resultaba para Olegario un tormento por dos motivos: Uno, porque el cansancio que casi siempre lo invadía al terminar su entrenamiento era bien patente a mitad de camino. Y dos, y el más atormentador, porque era el momento del día en que Olegario le dedicaba a reflexionar. En esos días las reflexiones de Olegario resultaban un martirio porque existía un gran debate en su corazón. Trataba a toda costa de evadirlo porque era un debate muy personal, que repercutía directamente en sus principios morales y amenazaba con transformar su vida inminentemente. Como toda persona ante un conflicto de esta naturaleza, Olegario llevaba meses tratando de ocupar su mente en otros asuntos, esa era una de las razones por las que había entrado al box, y esa era una de las razones por las que golpeaba sin compasión al pobre don saco. Todo esto le resultaba muy bien porque al llegar a casa después de tomar el reglamentario baño, apenas pegaba su órgano auditivo externo a la almohada caía en un profundo sueño que lo alejaba de los problemas de la realidad. Esta técnica le resultó las primeras semanas, cuando el box tenía ese algo de novedad y ocupaba sus pensamientos durante todo el trayecto de regreso, pero un día mientras daba vuelta en la calle 42 y la iglesita se perdía de vista, el problema regresó con mayor fuerza y convirtió en insoportables las caminatas de Olegario.

El día de hoy, por la mañana Olegario se dio cuenta que estaba en un callejón sin salida, que no podía seguir huyendo de su realidad. Así transcurrió el trabajo, pensando en que después del box enfrentaría de una vez por todas su problema, planeo con todo detalle sus palabras y lo que haría una vez terminado lo inevitable. Cuando termino el box, en el cual se mostró especialmente vigoroso, se apresuro a su casa para terminar con todo de una vez por todas. A pesar de estar extremadamente cansado, Olegario llevaba un paso exageradamente apresurado, sin embargo a mitad de camino aminoro la marcha considerablemente, tenía que mantenerse frió, no podía dejarse llevar por la ira mientras efectuaba su plan, su situación lo apremiaba y no veía el momento de verle la cara. Llevaba las dos manos en las bolsas de su sudadera y caminaba como en un estado de sonambulismo. Doblo la calle y vio la casa.

Entro sin hacer ruido y se la topó de frente. Olegario saco sus manos de las bolsas y con un movimiento brusco, abrió el pedazo de papel donde tenía anotados los puntos que quería tocar.
Espero que me disculpe mi atrevimiento por leer cosas que no me corresponden pero resulta imprescindible para el desarrollo de la historia hacerle saber lo que decía la carta de Olegario. Sin embargo, para respetar un poco el pudor metafísico de mi personaje me limito a resumirle los tres puntos que Olegario apasionadamente plasmó en un papel de reciclaje:

Eres inaceptablemente egoísta. Odio a tus papas. Ya no siento nada por ti, me largo.


Se encontraba a punto de entregarle la nota a su mujer cuando el sonido del carro de bomberos de Olegarito le recordó la existencia de tal, de inmediato, como lo había previsto, todo el remordimiento que Olegario llevaba amotinando desde que planeo lo que en estos momentos ejecutaba, empero este se manifestó de una manera mucho más estridente de lo que esperaba. Le arrebato el papel a su esposa y se lo comió, a continuación le regalo un beso apasionadamente fingido y le aseguro que la nota solamente decía cuanto la quería. Olegario abrazo a su hijo, jugó un poco con él al futbol, se bañó y se durmió. El día siguiente, después del box, la batalla comenzó de nuevo.

Texto agregado el 05-06-2008, y leído por 138 visitantes. (0 votos)


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