Dedicado a mi amiga, "la flaca", que gracias a su historia, puedo reconocer que soy una de esas personas afortunadas y que al calor de su relato regresaron a mi memoria aquellos recuerdos olvidados para endulzar y revitalizar esta alma dolida...
Cada mañana ella llega a su oficina y realiza su rutina diaria… enciende el computador, abre su correo y escribe un mensaje que solo él entenderá, aquella es la forma que él sepa lo que sucede en donde ella está.
Diariamente ellos se comunican a través de internet, intercambian experiencias, hablan de sus vidas y agradecen el haberse encontrado.
Clara está la posibilidad que no vuelvan a hablar, que esto se vaya diluyendo con el paso del tiempo, que sus contactos ya no sean tan frecuentes y que poco a poco regresen a sus realidades; que un buen día despierten y piensen que todo fue un sueño, uno de esos hermosos y prohibidos sueños que solo se guardan para quien los vive, que no se comparten con nadie. Lo singular será que habrá dos personas que soñaron lo mismo y que fue un sueño cargado de palabras, encuentros, confesiones y emociones. Pensarán en cuántas personas en su vida han tenido la oportunidad de vivir una locura como esta, si lo llegan a imaginar se sentirán afortunados!
Desde el primer día que se encontraron ella se propuso guardar en una cajita todos los momentos y espera que él tenga la más absoluta certeza que pase lo que pase, cada vez que ella la abra verá nuevamente su rostro, disfrutará su risa y sentirá el susurro de su voz.
Habrá días también, en que mirando un atardecer se preguntará bajo que cielo él estará y en su rostro se dibujará una sonrisa sabiendo que el mismo ángel que un día los juntó, la llevará hacia donde él esté convertida en un suave beso, el cual él sentirá y no podrá evitar sonreír también, y si alguien a su lado pregunta en ese instante ¿en qué piensas?... él mentirá diciendo “en nada”. Pero presente estará en ambos la dulce locura que habrá quedado marcada en sus corazones.
Hoy llueve incansablemente, el viento sopla, ella necesita que él lo sepa… enciende su computador y escribe en clave: “Llueve sobre Tombuctú”, no sabe si él lo leerá, si volverá a aparecer, solo sabe que le urge cumplir con el ritual…
|