GENERACIONES

- Alejandra...
Los cascos del caballo delataron la presencia del Patrón.
La muchacha salió, limpiándose las manos húmedas en el delantal almidonado.
- Vení….
- La niña está dormida.
- Dejála ahí, tu madre la atenderá si despierta. Vení, te dije!
Jadeando, se apeó y ató el caballo al árbol que daba sombra a la puerta de la casa.
Era la hora de la siesta, el sudor corría por la cara rubicunda y bajaba por el pecho velloso.
De un manotazo la tomó por la cintura, besándola en el cuello. Olía rancio. Alejandra ni siquiera tenía las lágrimas, lo dejó manosearla en aparente resignación.
Apoyándola en el aljibe, bajo el árbol, le levantó las largas polleras y la penetró bruscamente.
La niña lloró y despertó a la Vieja, que gritó: "Alejandra!"
Sin dejar de jadear, como un trueno, El Patrón gritó: "Está conmigo, carajo!"
La niña se calló en el momento que Alejandra sentía dentro suyo el semen más rancio que el sudor asqueroso del hombre.
Tras prenderse el cinto, aún con la fusta colgando de la muñeca, sacó unas monedas y las tiró al piso: "Guardálas pa la gurisa*, a vos nada te falta..ah, y el domingo la vamos a bautizar. No reniego de mis hijos".
En aparente mansedumbre, lo vio irse y, rápidamente, entró a la casa. Se limpió la mierda del patrón, se calzó las alpargatas y cantando suavemente en guaraní, sacó a la niña de los brazos de la Vieja, que roncaba.
Con un lápiz que guardaba entre sus tesoros más preciados, escribió un mensaje. Su madre no sabía leer, pero el Patrón sí.
Tomó el paquete blanco en el que su hija era un lunar rubicundo, y muy despacio, salió de la casa. Ya en el patio, ni siquiera recogió las monedas: ató a la niña a su pecho con un retazo de sábana. Tenia que apurarse: la fazenda estaba a más de cinco kms del camino que llevaba a la frontera, tenía que cruzar antes que llegara la noche.
“De qué vas a trabajar vos en Corrientes? Le había dicho su madre una vez, riéndose a carcajadas, “de puta o de lavandera, otra cosa no conseguirás, si sos bruta!”
Alejandra nunca dijo que sabía leer. Y tampoco que daba igual: haría lo mismo que ahora, sólo que ya no correría el riesgo de seguir teniendo hijos, hermanos y sobrinos de su Patrón.